martes, 30 de abril de 2019

“Insomnio”

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Insomnio

Madrugada, verano, fumando
en el balcón. Una ventana, 
al otro lado de la plaza, 
se ilumina. Oigo el clic
de un encendedor. 
Un tipo. Me mira, desviamos 
la mirada. En la calle
una conversación deshilachada
entre borrachos. En el cielo
la luna, amarilla, inmensa. 
Sobre ella, la estela
de un avión... Te acercas. 
Me abrazas por la espalda. 
Me susurras al oído unas
palabras. Imposible decir no. 

lunes, 29 de abril de 2019

"Agosto"

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Agosto

El agua de la ducha
contra tu piel
mojada. 
No hay música
ni moderna
ni clásica
que iguales eso, 
lo que ahora siento, 
lo que imagino 
al escucharla. 

domingo, 28 de abril de 2019

"Retrato del poeta adolescente"

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Retrato del poeta adolescente

Un paquete de tabaco,
un libro de poemas, 
cuarenta duros
para tomar unas cervezas...

Poca cosa, es verdad; 
pero para mí 
era suficiente. 

Y entonces 
aparecieron las mujeres. 

sábado, 27 de abril de 2019

"Pantera"

Luis Cernuda (1942): Ocnos

“Pantera”

Su esbelta negrura aterciopleada, que semeja no tener otro peso sino el suficiente para oponerse al aire con resistencia autónoma, va y viene monótonamente tras de los hierros, ante quienes seducidos por tal hermosura maléfica allá se detienen a contemplarla. La fuerza material se sutiliza ahí en gracia dominadora, y la voluntad construye, como en el bailarín, un equilibrio corporal perfecto, ordenando cada músculo exacta y aladamente, según la pauta matemática y musical que informa sus movimientos.

No, ni basalto ni granito podrían figurarla, y sí sólo un pedazo de noche. Aérea y ligera lo mismo que la noche, vasta y tenebrosa lo mismo que el todo de donde algún cataclismo la precipitó sobre la tierra, esa negrura está iluminada por la luz glauca de los ojos, a los que asoma a veces el afán de rasgar y de triturar, idea única entre la masa mental de su aburrimiento. ¿Qué poeta o qué demonio odió tanto y tan bien la vulgaridad humana circundante?

Y cuando aquel relámpago se apaga, atenta entonces otra realidad que los sentidos no vislumbran, su mirada queda indiferente ante la exterior fantasmagoría ofensiva. Aherrojada así, su potencia destructora se refugia más allá de la apariencia, y esa apariencia que sus ojos no ven, o no quieren ver, inmediata aunque inaccesible a la zarpa, el pensamiento animal la destruye ahora sin sangre, mejor y más enteramente.

viernes, 26 de abril de 2019

"Cicatrices"

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Cicatrices

Las del cuerpo nos recuerdan
dónde cometimos un error
o se cebó la mala suerte con nosotros;
se puede vivir con ellas, ya no duelen, 
son historias que acabaron, 
si no de forma feliz, 
sí, al menos, llevadera. 

Cosa distinta sucede con las otras, 
la ocultas, las que no se dejan ver: 
el tiempo no solo no las cierra
sino que muchas veces las encona, 
                                                          toda una vida
no es suficiente para ellas. 

Infligidas en el alma, 
no dejan nunca de doler. 

jueves, 25 de abril de 2019

“Tormenta de verano”

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Tormenta de verano

Para José Fernández de la Sota


Están cogidos de la mano, 
en silencio, 
bajo los soportales. 

El niño mira su columpio, 
muy triste, 
bajo la lluvia, 
y no lo entiende. 

El padre mira al niño: 
es la vida, hijo

La oigo subir por la escalera, 
quisiera poder decirle
y no ha hecho más que empezar. 

miércoles, 24 de abril de 2019

“¿Acaso hace falta más?”

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“¿Acaso hace falta más?

La oigo subir por la escalera, 
es ella, pienso, 
estoy seguro, 
solo ella es capaz 
de sacarle esa música
al cemento. 
                    Ya está aquí, 
abro la puerta, la ayudo
con las bolsas: 
                         pan, jamón, 
cerveza, café, queso..., 
                                       comemos
y nos reímos un rato
del mundo. 

¿Qué por qué?
                         Ni lo sé
ni mi importa.

                       Es miércoles, 
tres de marzo, 
un día gris, oscuros
sin historia, 

un día de perros, sí, 

pero estamos enamorados. 

¿Acaso hace falta más?

martes, 23 de abril de 2019

“Esta mañana”

Karmelo Iribarren (2018): La frontera y otros poemas

“Esta mañana

Frente al espejo,
esta mañana, 
tras la ducha.

De repente,
real y apabullante
como nunca, 

la palabra declive. 

lunes, 22 de abril de 2019

“VIII (Parece que soy yo quien hasta mí se acerca)”

Luis García Montero (1987): Diario cómplice

“VIII (Parece que soy yo quien hasta mí se acerca)”

A Francisco Brines

Parece que soy yo quien hasta mí se acerca,
quien erguido camina rodeando mis piernas,
apoyando la piel sobre mi pecho,
cuando se acercan ellos, los recuerdos,
esos gatos sonámbulos del tiempo
que vigilan reunidos,
como palabras dichas,
caídas en el blanco
mantel de aquellas fiestas.

¿Dónde está la memoria,
detrás de qué latido se levanta
para enseñar su rostro,
el tesoro que lleva en sus ojeras
de canciones perdidas, de promesas
que nos tiran de pronto hacia otra parte?

Mi historia no es un libro, como dices,
es la esquina doblada de una página,
porque pensar también lo que no he sido
me define de un modo más exacto
por elecciones
o presentimientos,
porque hay versos que nunca se llegan a escribir
y la fidelidad que tengo a la poesía:
es demasiado débil,
ni siquiera respeta su nostalgia.

Perdóname. ¿Recuerdas
el juego de crecer en soledad,
una voz que te llama por tu nombre?
La vida no traiciona, sólo existe
de un modo diferente al esperado
y es justo que se cuide, pues la cito
cuando tengo interés en malgastarla. 

domingo, 21 de abril de 2019

“XXV (Recuerda que tú existes tan solo en este libro)”

Luis García Montero (1987): Diario cómplice

“XXV (Recuerda que tú existes tan solo en este libro)”

Recuerda que tú existes tan solo en este libro,

agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabemos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.

Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página. 

sábado, 20 de abril de 2019

“X (Aquel temblor del muslo)”

Luis García Montero (1987): Diario cómplice

“X (Aquel temblor del muslo)”

Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.

Fue la tarde anterior a la tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.

Bajo el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.

Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte. 

viernes, 19 de abril de 2019

“V (Tú me dices amor, yo pido un taxi)”

Luis García Montero (1987): Diario cómplice

“V (Tú me dices amor, yo pido un taxi)”

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,
                                              pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen. 

jueves, 18 de abril de 2019

“Calle Melancolía”

Joaquín Sabina (2017): Palo seco. Letras de canciones

“Calle Melancolía”

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.

Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.

Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.

Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.


                                           Del álbum Pongamos que hablo de Madrid (1979)