lunes, 30 de noviembre de 2020

“Aquí, Madrid, mil novecientos…”

Ángel González: Áspero mundo

“Aquí, Madrid, mil novecientos…”

Un hombre lleno de febrero,
ávido de domingos luminosos,
caminando hacia marzo paso a paso,
hacia el marzo del viento y de los rojos
horizontes —y la reciente primavera
ya en la frontera del abril lluvioso...—

Aquí, Madrid, entre tranvías
y reflejos, un hombre: un hombre solo.

—Más tarde vendrá mayo y luego junio,
y después julio y, al final, agosto—.

Un hombre con un año para nada
delante de su hastío para todo.

domingo, 29 de noviembre de 2020

“Hastío”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Hastío”

El bello mundo me produce asco.
Si pudiera, lo haría
saltar en pedacitos por los aires,
y con él a mí misma.

Yo no pedí vivir; si Tú me hiciste,
es tu culpa, y no mía.
Atrévete a juzgarme si tu pobre
criatura se suicida.

sábado, 28 de noviembre de 2020

“Señores, yo sé bien de los venenos…”

Carmen Jodra 

“Señores, yo sé bien de los venenos…

Señores, yo sé bien de los venenos 
          de la literatura: 
la tiranía impúdica y terrible 
          de una Belleza impura 
que nos mancha los labios de palabra, 
          los ojos de figura 
y el cerebro de sueños o pecados, 
          en flagrante, diabólica impostura. 
No la deseo a nadie, y nadie 
          debe desearla nunca, 
pero benditos los que se someten 
          a su mirada oscura.

viernes, 27 de noviembre de 2020

“Retrato gongorino”

Carmen Jodra 

“Retrato gongorino”
Es la hora aquella en que el carro Febeo
ha comenzado ha poco su carrera,
y una boca de hoguera
su aliento abrasador da ya encendido
a hemisferio dormido,
cuando aquel a quien nunca llaman feo
ni han razón, que alto más que Cipariso,
que Jacinto fragante
y más ensimismado que Narciso
y orgulloso que Apolo ser pudiera
si Olimpo griego su morada fuera
por ciudad castellana,
vuelve a la vida desde el oscilante
caliginoso mundo que se habita
a párpados bajados
y disuelve la luz de la mañana.
Sobre plumas y linos abrazados,
pasa de tierno ovillo a ancha corriente;
los paisajes que viera un selenita
tiemblan en ese río,
que a varón como a hembra quita el frío.
Al hilo dignifica la hermosura,
dulcemente inmadura,
del tendido durmiente,
porque en dieciséis años 
no ha habido tiempo aún para los daños 
de tiempo cruel o práctica natura, 
que sacrifica el arte a la simiente; 
en el cuerpo yacente 
hay candor y abandono y hay tersura
que vértigo provoca, 
como provoca vértigo la boca,
roja rosa entreabierta 
de riquísimo aroma, 
con las mórbidas formas de una poma, 
que al más dormido instinto lo despierta. 
Y los párpados lisos, 
y de las cejas las espesas líneas, 
que no han tocado nunca las Erinias 
con sus crueles avisos, 
la barbilla perfecta, 
la nariz intachablemente recta 
y la suave mejilla ruborosa; 
la cara más hermosa, 
en fin, y el cuerpo más hermoso y noble 
que engendrara jamás mujer alguna, 
y no quiso el azar hacerlo doble 
porque tanta belleza fuera una,
y pudiera decirse con justicia:
"¡Sin par!"; y, en su malicia,
por no excederse en buena la Fortuna.
Frunciendo el fino ceño,
la sublime criatura deja el sueño,
que parece llorar por su partida,
y en actitud que fuera,
para aquel que lo viera,
recompensa y gloria inmerecida,
se mueve y despereza
con voluptuosidad, y al fin bosteza
con tan dulce bostezo,
que le envidian las flores más preciosas
del naranjo, el almendro y el cerezo.
Su aliento es el aliento de las rosas...
Se yergue, y su hermosura al cielo embriaga
y al barro que su planta pisa halaga,
y el águila recuerda
sus misiones de antaño
y lamenta que hoy, para su daño,
sea la divinidad siempre tan cuerda. 
Con leve pie el muchacho sale y deja, 
más cuanto más se aleja, 
arrebatada y anhelosa el alma 
y vacía de calma.

jueves, 26 de noviembre de 2020

“Pastoral”

Carmen Jodra 

“Pastoral”
                                                      A la serena duerme mi ganado...
                                                                                   Miguel Hernández

A un cordero que es entre los rebaños
lo que un muchacho hermoso entre la gente
lo quiero con cariño diferente,
más propio de un rapaz que de mis años.

Come en mi mano; bebe de los caños
de metal renegrido de la fuente;
me bala, y su balido sonriente
inunda de dulzor los aledaños.

Esta mañana en que yo estoy bordando
grecas en un mantel, y canta el tordo,
y mi cordero bala casi hablando,

mientras él bala y brilla el sol y bordo,
me pregunto si lo querré igual cuando
envejezca y se vuelva fuerte y gordo.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

“Oremos”

Carmen Jodra 

“Oremos”

Líbranos de la pena porque ella
destroza el corazón larvadamente
y trae sombra a los ojos de los niños.

Líbranos de la dicha porque a ella
le siguen siempre penas que la hacen
aún más amarga que las penas mismas.

Líbranos del dolor que nos reduce
a tristes bestias de ojos humillados
que sólo buscan un rincón caliente.

Líbranos del placer que nos obliga
a creer que este mundo es dulce y bueno
justo hasta que salimos del encanto.

Líbranos del mal hado y la pobreza
que nos azotan con mano invisible
hasta que maldecimos nuestros nombres.

Líbranos del buen hado y la abundancia
que vierten la ponzoña gris del tedio
en la copa de oro del cinismo.

martes, 24 de noviembre de 2020

“Femmes damnées”

Carmen Jodra 

“Femmes damnées”

Muchacha, si te entregas a los cerdos,
merecerás morir en la matanza.
No sería en todo caso más horrible que la horrible,
cínica contradanza.
Pregúntate por qué has de estar debajo
si eres mejor que ellos.
Créeme, muchacha, la heteropatía
nunca fue un buen invento.

lunes, 23 de noviembre de 2020

“Fatiga”

Carmen Jodra

“Fatiga”

Hay demasiadas cosas
de las que preocuparse,
siempre distintas, siempre imprescindibles,
y nunca se termina,
y apenas se respira... Y además
está el muchacho que jamás nos mira,
la chica que no sabe que la amamos
Y Platón predicando represiones...
Y a esto le llaman vida...

domingo, 22 de noviembre de 2020

“¡Estériles! ¿Para qué lloras?”

Carmen Jodra

“¡Estériles! ¿Para qué lloras?”

¡Estériles! ¿Para qué lloras?
Si nunca podrás tener nada.
Si a demoras siguen demoras,
y la explicación huye alada, 
y amargan tu lengua las moras
          aún en agraz.
¿Y pides un poco de paz?

El drama es mil veces más viejo
que tú. Piensa en Grecia y en Roma,
y aún más atrás. No me quejo:
de siempre hubo cuervo y paloma
y la lucha atroz. ¿Un consejo?
          Déjate estar.
La muerte te vendrá a buscar.

Porque nunca llega el verano
que endulce las moras agraces.
Amor ni divino ni humano,
ni salmos ni bromas procaces,
ni artista ni amigo ni hermano
          te saciarán.
Ni vino ni agua ni pan.
Ni esto, ni eso, ni aquello.
Puedes probar cada camino:
acaban en nada. El destello
que un tiempo llamaste "divino"
no es luz, y apenas si es bello.
          Es frío y cruel.
¿A qué preocuparse por él?
¿A qué tanta lucha, si luego
el fin es a todos igual?
¿A qué este jugar con el fuego,
si juegues bien o juegues mal
la muerte es el premio del juego?
          ¿O es el castigo?
¡Estériles...! Llora conmigo.

sábado, 21 de noviembre de 2020

“Divertimento erótico”

Carmen Jodra

“Divertimento erótico”
Un gemido doliente entre la alheña,
un rítmico suspiro en el helecho,
musgo y pluma por sábana del lecho,
por dosel hoja, por almohada peña,

y la lujuria tiene como seña
violar mujeres y violar derecho
y ley y norma, y un hermoso pecho
sabe el pecado y el pecado enseña.

Trasciende de la fonda un olor suave
a sagrados ungüentos, y una queda
música, contenida y cadenciosa,

y el blanco cuerpo de la bella ave
y el blanco cuerpo de la bella Leda,
bajo el peso del cisne temblorosa.

viernes, 20 de noviembre de 2020

“Amor y psique”

Carmen Jodra

“Amor y Psique”

Amor, hijo de Poros y Penía,
pobre como su madre la Pobreza,
cazador sin fortuna,
un solo pensamiento en la cabeza.
Lo que intenta alcanzar se desvanece
apenas alcanzado;
vuelve a buscar, y busca,
lanzando redes, flechas y añagazas,
infatigable, pobre desgraciado.

La diosa se está peinando
entre cortina y cortina;
los cabellos son de oro,
el peine de plata fina,
y entre pasada y pasada
toma néctar y ambrosía.
y la diosa está envidiando
a una pobre ninfa
que se debate perpleja, tan joven, tan joven,
tan joven y hermosa
como perdida.

¿Y bien?... Que se quemó el Amor los dedos
sobre su propia antorcha
por esa tan hermosa que ha irritado
a Afrodita la hermosa.
Porque tiene el encanto incomprensible
de lo indefenso y lo recién nacido,
porque mira con ojos muy abiertos,
porque no entiende a Dios ni entiende el mundo,
y porque se devana la cabeza
tratando de entenderlos, y no puede,
y porque su estupor le pide a gritos
el trozo que ella siente que le falta...
Y porque el joven dios ve de repente
que ella es el trozo que le falta a él,
y todo hace que Afrodita sea
-tan fuerte, tan segura-, casi fea...

Y así fue, y así ha sido.
El uno que sabiendo lo que quiere
no logra mantenerlo,
la otra ignorante tanto de qué busca
como del modo de llegar a ello,
al margen de Afrodita,
al margen de la incomprensible espita
por la que orina el mundo incomprensible,
al margen de la vida y de la muerte,
para siempre abrazados.
Ahora son ya dos pobres desgraciados.
Pero dos. Para siempre.

jueves, 19 de noviembre de 2020

“Nada”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Nada”

Sobre las altas bóvedas del cielo,
yo habité los palacios donde el hielo
brilla en azul, y en busca de consuelo
me embriagué de licores celestiales.

Y en las cámaras bajas del subsuelo,
los antros llameantes del desvelo
y del vicio, y en busca de consuelo
me emborraché con vinos infernales.

Ahora quieren que elija: o uno u otro.
No saben que, una vez la elección hecha,
seguiría buscando, insatisfecha

criatura a medio hacer, sobre la cresta
de la duda hasta el fin, y no hay respuesta
posible, nada, nunca...

                                            Ni Uno ni Otro.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

“Tampoco es esto lo que yo buscaba...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Tampoco es esto lo que yo buscaba...”

Tampoco es esto lo que yo buscaba.
Es mucho, pero aún no es suficiente.
No es más que otro camino diferente
que no lleva tampoco a parte alguna.

La pena sigue, si el placer acaba;
el más bello pecado no es potente
para cambiar las cosas, y el doliente
llora como lloró desde la cuna.

Ni la perversidad más deliciosa
logrará que me sienta yo dichosa,
como antes la virtud no lo lograba.

Ya tengo, y hago, y soy, lo que prefiero;
          de acuerdo, claro... pero
tampoco es esto lo que yo buscaba.

martes, 17 de noviembre de 2020

“Cuando una tiene sangre de ramera...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Cuando una tiene sangre de ramera...”
Cuando una tiene sangre de ramera,
brutal desprecio hacia la mayoría,
tendencia a decir no a todo consejo
e inclinación al mal por el mal mismo,

no podría ser casta aunque quisiera,
integrarse en la masa no podría,
y sin conseguir nada se hará viejo
quien intente apartarla del abismo.

          Pero además ocurre
que ella no pondrá nada de su parte.
Ya tiene, y hace, y es, lo que prefiere;

pensar siquiera en la virtud aburre
a quien ha hecho del vicio todo un arte,

y ni encuentra salida, ni la quiere.

lunes, 16 de noviembre de 2020

“¿Cómo pude dudar? ¿Cómo he podido...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“¿Cómo pude dudar? ¿Cómo he podido...”

¿Cómo pude dudar? ¿Cómo he podido
vivir sin vida todos estos años?
Por evitarme daños, tuve daños,
y huyendo penas, penas me han venido.

¡Cuánto tiempo, cuánto placer, perdido
en virtud, muerte, ritos tan extraños
como inflexibles, místicos engaños,
humillaciones, Dios! ¡Qué buena he sido!

Me arrepiento del tiempo en que fui buena,
viviendo sin gozar el prodigioso
fulgor del mal, quebrando mi destino.

Y ahora que su goce me envenena,
¿cómo negarse, si es tan delicioso,
o cómo retornar al buen camino?

domingo, 15 de noviembre de 2020

“Hoy viene a verme. Él, Él en persona...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Hoy viene a verme. Él, Él en persona...”

Hoy viene a verme. Él, Él en persona.
No intento resistirme, por supuesto.
Irónico y burlón, llega dispuesto
a "salvarme de lo que me obsesiona":

tal dice. Su belleza desentona
con el eterno universal denuesto
de que le han hecho objeto; aparte de esto,
me ofrece lo que nunca se perdona.

Tendiendo, en fin, el ominoso pliego,
me ha mirado con ansia tan humana
que chispean sus ojos como el fuego.

¡Un alto precio por una manzana!
Temblando igual que Él, respiro y niego,
pero no sé lo que diré mañana.

sábado, 14 de noviembre de 2020

“La soledad, no el ocio como dicen...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“La soledad, no el ocio como dicen...”
La soledad, no el ocio como dicen,
es la madre del vicio.
Yo, para descender el precipicio,
aguardé hasta que nadie me mirara.

Al dejar que mis manos se deslicen
          por la pared de roca,
cuido siempre que no haya ojo ni boca
que hable de mí ni pueda ver mi cara.

          Lo que entonces no hice
          fue sospechar que acaso,
invisible, miraba y sonreía

el Mismo que hoy se dice:
"Ya dado el primer paso,
esta pobre muchacha será mía".

viernes, 13 de noviembre de 2020

“Me mira. Pero no desde la altura...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Me mira. Pero no desde la altura...”

Me mira. Pero no desde la altura,
          como el Otro miraba,
sino asentado en la terrena grava,
          sobre la roca dura.

Sonríe con sonrisa tan impura,
          que la reina de Saba
no era más seductora que Él; me alaba,
          como a fruta madura.

Yo rehuyo sus ojos en el suave
          espejo de la alberca,
pero estoy deseando, y Él lo sabe,

ceder. Me olvidaré de Buda y Cristo
          por verle más de cerca.
¡Mi Señor, Lucifer, Satán, Mefisto!

jueves, 12 de noviembre de 2020

“No comprendo. La sed del agua fría...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“No comprendo. La sed del agua fría...”

No comprendo. La sed del agua fría
se calma al tercer trago; la del vino,
otro tanto, y el paladar más fino
se cansa del manjar que requería.

El sueño acaba al empezar el día,
y la pereza al verse en el camino;
todo anhelo se va tal como vino
apenas toma lo que pretendía.

Y sin embargo hay una sed extraña
que mantiene sin fin toda su saña...
Quizá sean cosas de la adolescencia,

pero devoré anoche la manzana
y de nuevo me hallaba esta mañana
trémula toda de concupiscencia.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

“Me pregunto si es cosa de la edad...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Me pregunto si es cosa de la edad...”

Me pregunto si es cosa de la edad
o fruto de una mente depravada;
en uno u otro caso, jamás nada
puede apartarme de mi única idea.

Cada cosa que miro se recrea;
la inocencia del mundo, transformada,
me estremece; la carne delicada
se pudre con extraña enfermedad.

Suena un violín, y yo escucho un gemido;
miro andar a mi gato, y sólo veo
el movimiento firme y repetido;

oigo al viento soplar, y oigo un jadeo.
y un mundo diferente, enfebrecido,
agita con su vista mi deseo.

martes, 10 de noviembre de 2020

“Será un centauro, un ser hermafrodita...”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Será un centauro, un ser hermafrodita...”

Será un centauro, un ser hermafrodita,
el toro violador y la paloma,
con las mórbidas formas de una poma
y el escudo anguloso de un escita.

Será otro yo, y así, será exquisita
la unión. No dejaremos ni una coma
en donde estaba antes, y aun la Roma
de Nerón aparecerá marchita.

¿"Noverat iam luxuriam..."? Las bacantes
serán vestales, y piadosas preces
sus gritos: ¡nadie gana a dos estetas!

Danzando sobre él con pies sangrantes,
quebraremos mil veces y mil veces
el cristal que cantaron los poetas.

lunes, 9 de noviembre de 2020

“Quiero ser rentista yo también”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Quiero ser rentista yo también”

                                               ¡Ah, saperlipotte de saperlipotte!, ¡caramba!,
                                      yo seré rentista; y para ello no hace falta
                                      desgastar los calzones en los bancos...
                                                                 Arthur Rimbaud

Quiero ser rentista yo también
y vivir lejos del doble pupitre,
del irritante griego y su optativo
y el aoristo inefable.
Yo quiero ser rentista.
Vivir del flujo del dinero muerto,
sin libros ni problemas.
Quisiera ser rentista.
Vivir, morir tal vez, pero a mis anchas.

domingo, 8 de noviembre de 2020

“Duelo homérico”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Duelo homérico”

El pelo rizado cubierto de polvo, en desorden la túnica blanca,
Antípator llega corriendo a la tienda de Aquiles. Aquiles, sentado,
        se muerde los labios y le duele el alma
Es cosa terrible lo crueles que pueden llegar a ser las palabras.

—La tierra está mojada y huele a tierra
bajo su peso. Han roto los cristales
en su sangre, violado los umbrales
del templo y saqueado cuanto encierra.

En las más altas cimas de la sierra
hay nieve. Sus heridas son iguales
que rosas… Quien escriba los anales
“guerra” dirá sin conocer qué es guerra.

Verás la cara cruel del basilisco,
y el viento es frío. Pero las ovejas
aguardan el cayado y el aprisco.

No llores. Déjalo para las viejas.
Tan dulce yace, que ante su obelisco
la Muerte misma enarcará las cejas.

Aquiles rompió en alaridos, maldijo la muerte, la vida, la guerra, a
        Dios y a sí mismo,
desoyó consejos y durante horas lloró haciendo estrago a su paso.
Pero por la noche, agotado, con los ojos secos y los labios rotos,
sólo se le oía en lento susurro: “Patroclo, Patroclo, Patroclo…”.

sábado, 7 de noviembre de 2020

“Más todavía que esta helada dictadura…”

Carmen Jodra (1999): Las moras agraces

“Más todavía que esta helada dictadura…”

Más todavía que esta helada dictadura
que nos hemos impuesto y que llamamos vida, 
más que la delirante, neurótica cordura
—la masa es siempre cuerda— que es la única salida, 

más que la estupidez que elevada al cuadrado
se exporta, se contagia, y germina y prospera, 
y que la confusión que marcha a nuestro lado
siempre y en todas partes, tan dentro como fuera,

mucho más todavía que todo eso, me aterra
lo que mis tentadores llamaban ennui:
saber que todo es nada, que el secreto que encierra
la vida es que se vive y se muere porque sí, 

y obrar en consecuencia, o no obrar, simplemente,
que es lo mismo, y sufrir la infinita pereza
que bosteza en la cara del mundo, y clava el diente

viernes, 6 de noviembre de 2020

“Poema IV (Así el deseo…)”

Claudio Rodríguez (1953) Don de la ebriedad

“Poema IV (Así el deseo…)”

Así el deseo. Como el alba, clara
desde la cima y cuando se detiene
tocando con sus luces lo concreto
recién oscura, aunque instantáneamente.
Después abre ruidosos palomares
y ya es un día más. ¡Oh, las rehenes
palomas de la noche conteniendo
sus impulsos altísimos! Y siempre
como el deseo, como mi deseo.
Vedle surgir entre las nubes, vedle
sin ocupar espacio deslumbrarme.
No est en mí, está en el mundo, está ahí enfrente.
Necesita vivir entre las cosas.
Ser añil en los cerros y de un verde
prematuro en los valles. Ante todo,
como en la vaina el grano, permanece
calentando su labor enardecido
para después manifestarlo en breve
más hermoso y radiante. Mientras, queda
limpio sin una brisa que lo aviente,
limpio deseo cada vez más mío,
cada vez menos vuestro, hasta que llegue
por fin a ser mi sangre y mi tarea,
corpóreo como el sol cuando amanece.

jueves, 5 de noviembre de 2020

“¿Cuál es la causa, mi Damón…”

Francisco de Aldana

“¿Cuál es la causa, mi Damón…”

«¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor juntos trabados
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid que entre el jazmín se va enredando

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y suspirar de cuando en cuando?»

«Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestras almas juntó, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también tan fuerte

que no pudiendo, como esponja el agua,
pasar del alma al dulce amado centro,
llora el velo mortal su avara suerte».

miércoles, 4 de noviembre de 2020

“La cancion de amor de J. Alfred Prufrock”

T. S. Eliot (1917): La canción de amor de Alfred J. Prufrock y otras observaciones

“La cancion de amor de J. Alfred Prufrock

  S'io credesse che mia risposta fosse
  A persona che mai tornasse al mondo,
  Questa fiamma staria senza piu scosse.
  Ma perciocche giammai di questo fondo
  Non torno vivo alcun, s'i'odo il vero,
  Senza tema d'infamia ti rispondo.

Dante: La divina comedia: "Infierno"


 Vamos entonces, tú y yo,
Ahora que la tarde sobre el cielo se tendió
Cual paciente eterizado ya en la plancha;
Vamos, a través de ciertas casi solas calles,
Los retiros murmurantes
De insomnes noches en moteles mezquinos
Y restaurantes de piso en aserrín con mariscos:
Calles que prosiguen como una tediosa discusión
de insidiosa intención
Para llevarte a una pregunta abrumadora…
Oh, no inquieras, ¿qué es?
Vamos a nuestra visita de una vez.

En el cuarto las mujeres van y vienen
y a Miguel Ángel refieren.

La niebla ocre que frota su espalda contra las ventanas
El humo ocre que frota su hocico contra las ventanas,
Curvando su lengua en las esquinas de la tarde,
Persistiendo en los charcos de las cloacas,
Deja caer sobre su dorso el hollín que de la chimenea cae,
Deslizándose por la terraza hizo un salto repentino,
Y viendo que era una suave noche de octubre,
Se enroscó sobre la casa, y cayó dormido.

Y en verdad habrá tiempo
Para el humo ocre que singla por la calle,
Frotando su dorso en las ventanas;
Habrá tiempo, habrá tiempo
Para preparar un rostro para los rostros que halles;
Habrá tiempo para matar y crear,
Y tiempo para todas las labores y jornadas de manos
Que levantan y sueltan la cuestión sobre tu plato;

Tiempo para ti y para mí tiempo,
Y tiempo aún para cientos de indecisiones,
Y centenares de visiones y revisiones,
Antes del té y el almuerzo.

En el cuarto las mujeres van y vienen
y a Miguel Ángel refieren.

Y en verdad habrá tiempo
Para inquirirse, “¿Me atrevo?” y, “¿Me atrevo?
Para dar a vuelta y descender por la escalera habrá tiempo
Con una calva en el medio de mi cabello―
(Dirán: “¡Su cabello es ahora muy delgado!”)
Mi abrigo matutino, el cuello a la barbilla ajustado,
Mi corbatín suntuoso más modesto,  por un simple fistol asegurado―
(Dirán: “¡Pero mira sus brazos y sus piernas, cuán delgados!”)
¿Me atrevo
A perturbar el universo?
En un minuto hay tiempo
Para decisiones y revisiones que un minuto revoca luego.

Porque para mí son conocidas todas, todas conocidas:
Vísperas, mañanas, tardes, he conocido
Mi vida con cucharas de café he medido;
Conozco las agónicas voces en una agónica caída
Debajo de la música del cuarto contiguo.
¿Así que cómo podría yo suponer?

Y he conocido ya los ojos, a todos conocido:
Los ojos que te fijan en una frase formulada,
Y yo entonces formulado, contraído bajo el alfiler,
Cuando he sido prendido y contra la pared retorcido,
Entonces ¿cómo habría de comenzar
A escupir toda colilla de mis días y mis marchas?
¿Y cómo podría yo suponer?

Y he conocido ya a los brazos, a todos conocido―
Brazos, en brazaletes, y desnudos y blancos
(Más bajo la lámpara, ¡por castaño vello sombreados!)
¿Es el perfume de un vestido
lo que me vuelve confundido?
Brazos que yacen sobre una mesa, o de una manta hacen abrigo.
¿Y debería entonces suponer?
¿Y cómo debería comenzar?

¿Deberé decir, he partido en el crepúsculo a través de angostas calles
Y visto el humo que se alza desde las pipas
De solitarios hombres en mangas de camisa, asomados en las ventanas?…

Debería haber sido un par de pinzas escabrosas
Ahondándose en los fondos de silenciosos mares.

¡Y las vísperas, las tardes, con tanta paz dormidas!
Tranquilizadas por largos dedos,
Dormidas… cansadas… cual fingidos enfermos,
Estiradas sobre el suelo, aquí, junto a ti y a mí.
¿Debería, tras el té y los pasteles y los helados,
tener la solidez para forzar el momento hacia su crisis?
Pero aunque he llorado y guardado ayuno, llorado y rezado,
Aunque mi cabeza (levemente más calva) llegar en bandeja de plata he visto
No soy profeta ― y no hay mayor conflicto.
He visto el momento de mi grandeza parpadear,
Y he visto al eterno criado sostener mi abrigo, y la risa disimular,
Y en corto, tuve miedo.

¿Y acaso hubiera valido la pena, después de todo,
Después de las tazas,  el té, la mermelada,
Entre la porcelana, entre tú y yo alguna charla,
Hubiera valido la pena el tiempo
Haber dado al asunto, con una sonrisa, silencio.
Haber condensado el universo dentro de una pelota
Para rodarla hacia una pregunta abrumadora,
Decir: “Yo soy Lázaro, quien viene de entre los muertos,
he venido para decirles a todos, debo decirles a todos”―
Si uno, acomodando una almohada bajo la cabeza de ella
Debiera decir: “Eso no es a lo que me refiero;
No es en absoluto eso.”?

¿Y hubiera valido la pena, después de todo,
Hubiera valido la pena el tiempo,
Tras de los ocasos y los patios y las calles salpicadas calles,
Tras de las novelas, tras las tazas de té, tras las faldas que sobre el piso se arrastran―
Y esto y tanto más?―
¡Resulta imposible decir justo a lo que me refiero!
Pero como si una linterna mágica arrojara en patrones sobre una pantalla los nervios:
Hubiera valido la pena el tiempo
Si uno, acomodando una almohada o una manta extendiendo
Y volteando hacia la ventana, debiera decir:
“Eso no es a lo que me refiero;
No es en absoluto eso.”?

¡No! No soy el Príncipe Hamlet, ni estaba destinado a serlo;
Soy un noble cualquiera, uno que servirá
A favor de la trama, una escena o dos iniciará,
Dará consejo al príncipe; sin duda, un simple peón,
Deferente, contento por tener algún uso,
Político, cauto y meticuloso;
Lleno de grandilocuencia, más un tanto obtuso;
A veces, de hecho, casi gracioso―
Casi, a veces, el Bufón.

Envejezco… Envejezco…
Deberé enrollar de mi pantalón los extremos.

¿Deberé esconder mi calva con un peinado? ¿Me atrevo a un durazno devorar?
Deberé usar pantalones de franela blanca y en la playa caminar.
He escuchado a las sirenas, una a la otra, cantar.

No creo que vayan a cantarme a mí.

Las he visto montando las olas hacia el mar
Peinando hacia atrás el blanco cabello de las olas
Cuando a blancas y negras aguas el viento sopla
En las estancias del mar nos hemos demorado
Con marinas damas envueltas en alga ocre y roja
Hasta que voces humanas nos despiertan, y nos ahogan.