martes, 8 de julio de 2025

“Caupolicán”

 Rubén Darío

“Caupolicán”

A Enrique Hernández Miyares

Es algo formidable que vio la vieja raza: 
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón 
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza 
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón. 

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza, 
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región, 
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza, 
desjarretar un toro, o estrangular un león. 

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día, 
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría, 
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán. 

«¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta. 
Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: «Basta», 
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

sábado, 5 de julio de 2025

«Fugitivos»

 Constantinos Kavafis (1919): Poemas canónicos

 

«Fugitivos»

«… Contemplé tanto la belleza,
que mi vista le pertenece…»

CC

«Fugitivos»

Siempre será Alejandría. A poco que recorras
la calle que va derecha hasta el Hipódromo,
verás palacios y monumentos que te asombrarán.
Por más estragos que las guerras le hagan,
aunque se venga a menos, siempre será un lugar fascinante.
Y así, entre caminatas y libros,
y entre estudios diversos, pasa el tiempo.
A la tarde nos reunimos frente al mar
nosotros cinco (bajo nombres, naturalmente,
fingidos) y algunos griegos
de entre los pocos que quedan en la ciudad.
A veces discutimos sobre asuntos de Iglesia (algo romanos
parecen los de aquí); y otras veces, hablamos de letras.
Antes de ayer leímos unos versos de Nonno.
Qué imágenes, qué ritmo, que lenguaje, qué armonía:
entusiasmados admirábamos al Panopolita.
Y así pasan los días, y nuestra estancia
no se hace desagradable, pues está claro
que no va a durar para siempre.
Llegan buenas noticias: ya sea que en Esmirna
algo empieza a moverse, o que en abril
nuestros amigos se marcharán de Epiro, nuestros planes
se van logrando y fácilmente derrocaremos a Basilio.
Y entonces nuestro turno también habrá llegado.

viernes, 4 de julio de 2025

«Plegaria»

 Constantinos Kavafis (1919): Poemas canónicos

 

«Plegaria»

El mar hacia sus fondos se llevó a un marinero.
Su madre que lo ignora, viene a encender

ante Nuestra Señora un cirio alto,
por su pronta vuelta y por un mar en calma.

Y no deja de prestarle oído al viento.
Pero mientras reza y suplica,

la imagen la escucha, seria y triste, sabiendo
que el hijo al que aguarda ya no regresará.

jueves, 3 de julio de 2025

«Para quedarse»

 Constantinos Kavafis (1919): Poemas canónicos

 

«Para quedarse»

“Basta una vela. La luz tenue
se ajustará mejor, será más grata
cuando vengan las sombras…”

CPC

Mi recuerdo al poeta griego en el aniversario de su nacimiento.

 

Sería hacia la una de la noche,
o la una y media.

En un rincón de la taberna,
tras el tabique de madera. Salvo nosotros dos,
todo el local estaba vacío por completo.
Una lámpara de queroseno apenas alumbraba.
en la puerta dormitaba el desvelado dependiente.

No nos debía ver nadie, pero tanta
era la excitación que ya teníamos,
que éramos incapaces de tomar cuidado.

La ropa medio abierta ─no llevábamos mucha
pues era tórrido el divino mes de julio.

El placer de la carne
entre la ropa medio abierta;
el fugaz desnudo de la carne que, como un icono,
ha pasado a través de veintiséis años, y ahora
vino para quedarse en estos versos.

miércoles, 2 de julio de 2025

“Viven en nosotros innúmeros”

Fernando Pessoa

 

Viven en nosotros innúmeros

 

Viven en nosotros innúmeros;
Si pienso o siento, ignoro
Quien es que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
Donde se siente o piensa.

Tengo más almas que una.
Hay más yos que yo mismo.
No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.

Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento
Disputan en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan
A quien me sé: yo escribo.

martes, 1 de julio de 2025

“Soneto XIII”

 Rainer María Rilke (1923): Sonetos a Orfeo

“Soneto XIII”

 

Adelántate a toda despedida, como si la hubieras dejado
atrás, como el invierno que se está marchando.
Pues bajo los inviernos hay uno tan infinitamente invierno
que, si lo pasas, tu corazón resistirá.

Sé siempre muerto en Eurídice, cantando sube,
ensalzando regresa a la pura relación.
Aquí, entre los que se desvanecen, en el reino de lo que declina,
sé una copa sonora que con solo sonar se rompió.

Sé, y sabe al mismo tiempo la condición del no-ser,
el infinito fondo de tu íntima vibración
para que la lleves al cabo del todo, esta única vez.

A las reservas de la Naturaleza en plenitud, a las usadas
como a las sordas y mudas, a las indecibles sumas,
añádete jubiloso y aniquila el número.

lunes, 30 de junio de 2025

“Y se elevó un árbol. ¡Oh, pura elevación!”

 Rainer María Rilke

“Y se elevó un árbol. ¡Oh, pura elevación!”

 

Escritos, como monumento funerario para Vera Ouckama Knof

 

Y se elevó un árbol. ¡Oh pura elevación!
¡Oh canto de Orfeo! ¡Oh gran árbol frondoso en la oreja!
Y todo calla. Sin embargo, en el vasto silencio
hay un nuevo principio, una señal y un cambio.

 

Animales de quietud salen de la clara
y liberada selva de guaridas y de nidos;
y entonces revelan que no por astucia
ni por angustia se han callado,

 

sino para escuchar. Rugidos, gritos, bramidos
parecían pequeños a sus corazones. Y ahí donde apenas
había una choza para acoger el canto,

 

un humilde refugio nacido del más obscuro anhelo,
con una entrada de temblorosos quiciales,
ahí creaste tú un templo en el oído.

 

* * *

 

Y era casi una niña la que surgió
de esa ventura única del canto y de la lira
y que brilló a través del velo de la primavera
y que se hizo un lecho en mi oreja.

 

Y se durmió en mí. Y todo era su sueño:
Los árboles que un día admiré
esa lejanía sensible, esa pradera sentida
y cada asombro que me embargaba.

 

Ella dormía el mundo. Dios cantor,
¿cómo la has hecho tan perfecta que no haya codiciado
ante todo despertar? Ve, ella surgió y se durmió.

 

¿Dónde está su muerte? ¿Oh, ese motivo, podrás aún
inventarlo, antes de que se consuma tu canto?
¿A dónde se me va, lejos de mí?… Casi una niña…

 

* * *

 

Sólo un dios puede hacerlo. Mas, dime,
cómo lo seguiría un hombre sobre la estrecha lira?
Su espíritu está hendido. En la encrucijada
de dos caminos del corazón, no hay templo para Apolo.

 

El canto, como lo enseñas, no es codicia
ni búsqueda de algo aún no alcanzado;
el canto es existencia. Para el dios, cosa fácil.
Pero nosotros ¿cuándo somos? ¿Y cuándo dirige él

 

hasta nuestro ser la tierra y las estrellas?
Todavía no eres nada, joven, cuando amas,
aun si también la voz te abre a fuerzas la boca: aprende

 

a olvidar que cantas. Cantar es cosa fluida.
En verdad, cantar es otro soplo. Un soplo en torno a nada
Un hálito en Dios… Viento.

 

* * *

 

No elevéis ninguna estela. Sólo dejad que la rosa
cada año florezca para su gloria,
pues es Orfeo. Ved su metamorfosis
en esto o aquello. No nos afanemos

 

en buscar otros nombres. Una vez por todas
es Orfeo cuando canta. Viene y se va.
¿No es ya mucho que a la copa de rosas
a veces sobreviva unos días?

 

¡Ojalá comprendáis que tiene que esfumarse!
Aunque a él mismo le angustie desaparecer,
mientras que su palabra prolonga su existencia.

 

Está ya lejos donde no podéis acompañarlo.
La reja de la lira no constriñe sus manos.
Y él obedece cuando penetra en el más allá.

 

* * *

 

¿Es de la tierra? No, de los dos reinos
se alimenta su amplia naturaleza.
Con más arte doblaría las ramas de los sauces
quien tomó su saber de sus raíces.

 

Cuando os acostéis, no dejéis sobre la mesa
ni el pan ni la leche: atraen a los muertos.
Pero él, el encantador, que mezcle,
bajo la mansedumbre de sus párpados,

su presencia en toda cosa vista;
el hechizo de la adormidera y de la armaga
es para él tan verdadero como la relación más clara.

 

Nada puede estropearle la legítima imagen;
sacada de la tumba o de los aposentos,
ya sea que celebre el anillo, el broche o el cántaro.

 

* * *

 

¡Celebrar, eso es! Su oficio es celebrar.
Surge, como un mineral, del silencio de la piedra.
Su corazón es el lagar perecedero
de un vino inagotable para los hombres.

 

Jamás, ante el polvo, le hace falta la voz,
cuando de él se apodera el ejemplo divino.
Todo se vuelve vino o se torna racimo,
todo madura en el medio día sensitivo.

 

Para él ni la carne putrefacta de los reyes en las tumbas
ni la sombra que cae de los dioses
acusarán a la gloria de mentira.

 

Es uno de los mensajeros perdurables
y mucho más allá de las puertas del infierno
él sostiene unas copas con las frutas de gloria.

 

* * *

Sólo en el espacio de la alabanza tiene cabida la
lamentación,
la ninfa de la fuente que llora
y que vigila nuestro desaliento
pues debe purificarse en la misma roca

 

que sostiene los arcos y los altares.
Mira, en torno de sus tranquilos hombros alborea
el presentimiento de que ella ha de ser la más joven
entre las que son hermanas por el alma.

 

El júbilo sabe, la nostalgia confiesa,
sólo la lamentación aprende todavía; sus manos virginales
cuentan noches enteras el antiguo mal.

 

Pero de pronto, con movimiento oblicuo e inexperto,
lleva una constelación de nuestra voz
al cielo que no empaña su aliento.

 

* * *

 

Os saludo, vosotros que jamás habéis dejado de
conmoverme,
sarcófagos antiguos que el agua jubilosa
en los tiempos romanos
atravesaba con su canción errante.

 

O bien aquellos abiertos como el ojo
de un pastor mañanero
—por dentro llenos de quietud y de abrojos
de donde volaban embriagadas mariposas.

 

A todos los que se salvaron de la duda
los saludo, bocas de nuevo abiertas
que ya sabían lo que significa el silencio.

 

Y nosotros, amigos ¿lo sabemos acaso?
La hora morosa forma ambas cosas
sobre los rostros humanos.

domingo, 29 de junio de 2025

"Mors"

 Giosuè Carducci 

“Mors”

 

Cuando a nuestros hogares la diosa severa desciende,
se oye de lejos el rumor de sus alas.

La sombra que proyecta cuando gélida, avanza,
difunde en torno lúgubres silencios.

Su cabeza los hombres inclinan cuando ella ha llegado;
los femeninos pechos tiemblan de anhelo.

Así en los altos bosques, cuando julio condensa huracanes,
ni un soplo corre por las verdosas cumbres;

como inmóviles, yertos, deja el escalofrío a los bosques;
sólo se escucha al río que gime ronco.

Entra ella, y pasa, y toca; sin volverse siquiera, derriba
los arbolitos, de su frescor gozosos;

siega la rubia espiga, y arranca también los agraces;
llévase esposas, llévase las doncellas

galanas y los niños; éstos tienden sus brazos de rosa
hacia el sol, bajo el ala negra, y sonríen.

¡Triste el hogar en donde, frente a rostros de padres dolientes,
pálida diosa, vidas nuevas apagas!

Dentro de sus paredes, risas y voces festivas no se oyen,
ni bisbiseos, como en nidos de mayo.

No se oyen los rumores de los años que crecen alegres,
ni de amor cuitas, ni las danzas de boda.

Allí los que perviven, en la sombra envejecen, atentos
siempre a tus pasos; siempre, ¡oh diosa!, esperándote.

 

Versión original en italiano

 

Giosuè Carducci

 

“Mors”

 

Quando a le nostre case la diva severa discende,
da lungi il rombo de la volante s’ode,


e l’ombra de l’ala che gelida gelida avanza
diffonde intorno lugubre silenzïo.

 

Sotto la venïente ripiegano gli uomini il capo,
ma i sen feminei rompono in aneliti.

 

Tale de gli alti boschi, se luglio il turbine addensa,
non corre un fremito per le virenti cime:

 

immobili quasi per brivido gli alberi stanno,
e solo il rivo roco s’ode gemere.

 

Entra ella, e passa, e tocca; e senza pur volgersi atterra
gli arbusti lieti di lor rame giovani;

 

miete le bionde spiche, strappa anche i grappoli verdi,
coglie le spose pie, le verginette vaghe

 

ed i fanciulli: rosei tra l’ala nera ei le braccia
al sole a i giuochi tendono e sorridono.

 

Ahi tristi case dove tu innanzi a’ vólti de’ padri,
pallida muta diva, spegni le vite nuove!

 

Ivi non piú le stanza sonanti di risi e di festa
o di bisbigli, come nidi d’augelli a maggio:

 

ivi non piú il rumore de gli anni lieti crescenti,
non de gli amor le cure, non d’Imeneo le danze:

 

invecchian ivi ne l’ombra i superstiti, al rombo
del tuo ritorno teso l’orecchio, ¡o dea!

sábado, 28 de junio de 2025

"El soneto"

 Giosuè Carducci (1906): Rimas nuevas

 

“El soneto”

 

Dante le dio del serafín el vuelo
circundado de azules y de oros;
en manantial de rimas y de lloros
diole Petrarca el corazón en duelo.

Del venosino y del mantuano suelo,
la musa tiburtina los decoros
diole al Tasso; y en déspotas desdoros
Alfieri lo clavó como escalpelo.

Fóscolo, el trino de los ruiseñores
y del nativo acanto los primores
le dio bajo los jónicos cipreses.

Último yo -no sexto- vuelo y llanto,
arte, hálitos, iras, en él canto,
y lo elevo a los Manes como preces.

 

Versión original en italiano

 

Giosuè Carducci (1906) Rime nuove

 

“Il sonetto”

 

Dante il mover gli diè del cherubino
E d’aere azzurro e d’or lo circonfuse:
Petrarca il pianto del suo cor, divino

Rio che pe’ versi mormora, gl’infuse.

La mantuana ambrosia e ’l venosino
Miel gl’impetrò da le tiburti muse
Torquato; e come strale adamantino

Contro i servi e’ tiranni Alfier lo schiuse.

La nota Ugo gli diè de’ rusignoli
Sotto i ionii cipressi, e de l’acanto

Cinsel fiorito a’ suoi materni soli.

Sesto io no, ma postremo, estasi e pianto
E profumo, ira ed arte, a’ miei dí soli

Memore innovo ed a i sepolcri canto.

viernes, 27 de junio de 2025

“Preludio”

 Giosuè Carducci (1899): Odas bárbaras 

“Preludio”

 

Odio la poesía al uso; brinda,
fácil, al vulgo sus costados lacios;
alárgase entre abrazos rutinarios,
lánguida, y duerme.

Viva la estrofa quiero yo, que al ritmo
de pies y palmas en los coros salte;
su ala yo atrapo al vuelo, y ella, indómita,
niégase y lucha.

Tal la bacante, en el Edón nevoso,
de ávido fauno entre los brazos presa;
estrujadas, del pecho en flor las gracias
tiemblan más bellas.

Gritos y besos en la ardiente boca
mézclanse; el sol en la marmórea frente
ríe, y la larga cabellera ondula
trémula al viento.

 

Versión original en italiano

 

Giosuè Carducci (1899): Odi barbare

 

“Preludio”

 

Odio l’usata poesia: concede
comoda al vulgo i flosci fianchi e senza
palpiti sotto i consueti amplessi
stendesi e dorme. 

 

A me la strofe vigile, balzante
co ‘l plauso e ‘l piede ritmico ne’ cori:
per l’ala a volo io còlgola, si volge
ella e repugna. 

 

Tal fra le strette d’amator silvano
torcesi un’evia su ‘l nevoso Edone:
piú belli i vezzi del fiorente petto
saltan compressi, 

 

e baci e strilli su l’accesa bocca
mesconsi: ride la marmorea fronte
al sole, effuse in lunga onda le chiome
fremono a’ venti.