lunes, 18 de enero de 2021

“Égloga II (Fragmento: 'Siempre con mano larga y abundosa...')”

Garcilaso de la Vega

“Égloga II (Fragmento: 'Siempre con mano larga y abundosa...')”

Albanio
 
Siempre con mano larga y abundosa,
con parte de la caza visitando
el sacro altar de nuestra santa diosa,
     la colmilluda testa ora llevando
del puerco jabalí, cerdoso y fiero,
del peligro pasado razonando,
     ora clavando del ciervo ligero
en algún sacro pino los ganchosos
cuernos, con puro corazón sincero,
     tornábamos contentos y gozosos,
y al disponer de lo que nos quedaba,
jamás me acuerdo de quedar quejosos.
     Cualquiera caza a entrambos agradaba,
pero la de las simples avecillas
menos trabajo y más placer nos daba.
     En mostrando el aurora sus mejillas
de rosa y sus cabellos d’oro fino,
humedeciendo ya las florecillas,
     nosotros, yendo fuera de camino,
buscábamos un valle, el más secreto
y de conversación menos vecino.
     Aquí, con una red de muy perfeto
verde teñida, aquel valle atajábamos
muy sin rumor, con paso muy quïeto;
     de dos árboles altos la colgábamos,
y habiéndonos un poco lejos ido,
hacia la red armada nos tornábamos,
     y por lo más espeso y escondido
los árboles y matas sacudiendo,
turbábamos el valle con rüido.
     Zorzales, tordos, mirlas, que temiendo,
delante de nosotros espantados,
del peligro menor iban huyendo,
     daban en el mayor, desatinados,
quedando en la sotil red engañosa
confusamente todos enredados.
     Y entonces era vellos una cosa
estraña y agradable, dando gritos
y con voz lamentándose quejosa;
     algunos dellos, que eran infinitos,
su libertad buscaban revolando;
otros estaban míseros y aflitos.
     Al fin, las cuerdas de la red tirando,
llevábamosla juntos casi llena,
la caza a cuestas y la red cargando.
     Cuando el húmido otoño ya refrena
del seco estío el gran calor ardiente
y va faltando sombra a Filomena,
     con otra caza, d’ésta diferente
aunque también de vida ocioso y blanda,
pasábamos el tiempo alegremente.
     Entonces siempre, como sabes, anda
d’estorninos volando a cada parte,
acá y allá, la espesa y negra banda;
     y cierto aquesto es cosa de contarte,
cómo con los que andaban por el viento
usábamos también astucia y arte.
     Uno vivo, primero, d’aquel cuento
tomábamos, y en esto sin fatiga 
era cumplido luego nuestro intento;
     al pie del cual un hilo untado en liga
atando, le soltábamos al punto
que via volar aquella banda amiga;
     apenas era suelto cuando junto
estaba con los otros y mesclado,
secutando el efeto de su asunto:
     a cuantos era el hilo enmarañado
por alas o por pies o por cabeza,
todos venian al suelo mal su grado.
     Andaban forcejando una gran pieza,
a su pesar y a mucho placer nuestro,
que así d’un mal ajeno bien s’empieza.

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