martes, 30 de septiembre de 2025

“Un loco”

 Antonio Machado (1912): Campos de Castilla

“Un loco”

Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.

Por un camino en la árida llanura, 
entre álamos marchitos, 
a solas con su sombra y su locura, 
va el loco hablando a gritos. 

Lejos se ven sombríos estepares, 
colinas con malezas y cambrones, 
y ruinas de viejos encinares
coronando los agrios serrijones. 

El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera. 
Es horrible y grotesca su figura; 
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, 
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado. 

Huye de la ciudad... Pobres maldades, 
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes. 

Por los campos de Dios el loco avanza. 
Tras la tierra esquelética y sequiza
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza. 

Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! 
—¡carne triste y espíritu villano!—. 

No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota; 
purga un pecado ajeno: la cordura, 
la terrible cordura del idiota.

lunes, 29 de septiembre de 2025

"Orillas del Duero"

Antonio Machado (1912): Campos de Castilla

"Orillas del Duero

¡Primavera soriana, primavera
humilde, como el sueño de un bendito,
de un pobre caminante que durmiera
de cansancio en un páramo infinito!

    ¡Campillo amarillento,
como tosco sayal de campesina,
pradera de velludo polvoriento
donde pace la escuálida merina!

¡Aquellos diminutos pegujales
de tierra dura y fría,
donde apuntan centenos y trigales
que el pan moreno nos darán un día!

    Y otra vez roca y roca, pedregales
desnudos y pelados serrijones,
la tierra de las águilas caudales,
malezas y jarales,
hierbas monteses, zarzas y cambrones.

    ¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
¡La agria melancolía
que puebla tus sombrías soledades!

    ¡Castilla varonil, adusta tierra,
Castilla del desdén contra la suerte,
Castilla del dolor y de la guerra,
tierra inmortal, Castilla de la muerte!

    Era una tarde, cuando el campo huía
del sol, y en el asombro del planeta,
como un globo morado aparecía
la hermosa luna, amada del poeta.

    En el cárdeno cielo vïoleta
alguna clara estrella fulguraba.
El aire ensombrecido
oreaba mis sienes, y acercaba
el murmullo del agua hasta mi oído.

    Entre cerros de plomo y de ceniza
manchados de roídos encinares,
y entre calvas roquedas de caliza,
iba a embestir los ocho tajamares
del puente el padre río,
que surca de Castilla el yermo frío.

    ¡Oh Duero, tu agua corre
y correrá mientras las nieves blancas
de enero el sol de mayo
haga fluir por hoces y barrancas,
mientras tengan las sierras su turbante
de nieve y de tormenta.
y brille el olifante
del sol, tras de la nube cenicienta!...

    ¿Y el viejo romancero
fue el sueño de un juglar junto a tu orilla?
¿Acaso como tú y por siempre, Duero,
irá corriendo hacia la mar Castilla?

domingo, 28 de septiembre de 2025

"Por tierras de España"

Antonio Machado (1912): Campos de Castilla

"Por tierras de España"

El hombre de estos campos que incendia los pinares

y su despojo aguarda como botín de guerra,

antaño hubo raído los negros encinares,

talado los robustos robledos de la sierra.


Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;

la tempestad llevarse los limos de la tierra

por los sagrados ríos hacia los anchos mares;

y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.


Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,

pastores que conducen sus hordas de merinos

a Extremadura fértil, rebaños trashumantes

que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.


Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,

hundidos, recelosos, movibles; y trazadas

cual arco de ballesta, en el semblante enjuto

de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.


Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,

capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,

que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,

esclava de los siete pecados capitales.


Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,

guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;

ni para su infortunio ni goza su riqueza;

le hieren y acongojan fortuna y malandanza.


El numen de estos campos es sanguinario y fiero:

al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,

veréis agigantarse la forma de un arquero,

la forma de un inmenso centauro flechador.


Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta

¿no fue por estos campos el bíblico jardín?:

son tierras para el águila, un trozo de planeta

por donde cruza errante la sombra de Caín.