Carlos Alcorta (2009): Sol de resurrección
“El tejo”
Apenas sobresalen de entre la hierba
sin cortar incipientes hojas verdes
puntiagudas, osadas, defensivas.
Despacio asciende hacia la luz el tronco
joven, enraizado en el terraplén
desprotegido que, orientado al norte,
circunda la casa. Parece inerte
y sin embargo, en su interior palpita
la savia sin edad de lo perfecto.
Quien lo plantó ya no es el mismo de antes.
Es otro quien lo observa vertical,
sujeta la mirada a ese inflexible
mástil que desafía año tras año
el constante vigor de las tormentas
y el penetrante sol de los veranos.
Hacia la tierra, hacia la interminable
noche crecen, igual que la nostalgia
sus morosas raíces en silencio.
Nuevas voces escucha en derredor.
No son las del pasado, pero vuelve
a su ser la constancia de un origen
remoto: bebedizo que promete firmeza,
filtro amargo para la soldadesca
y el más visible, símbolo de un pueblo
del que sólo hablan ya manuales inservibles.
En mí vivirá más que otras imágenes.
Pero, ¿recordará su hosca corteza
el tacto apasionado de las manos
que lo plantaron?, ¿permanecerá
su fiel envergadura como un faro
iluminando el mar de los sentidos
en mi ausencia o sin más, desguarnecido
por talas crueles, defenderá solo
su verdad, ese aire sin tiempo, previo
a todo, que circunda su pureza?
a todo, que circunda su pureza?
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