jueves, 28 de febrero de 2019

“Los espejos transparentes”

Gabriel Celaya (1967): Los espejos transparentes

“Los espejos transparentes”

Uno dice lo que dice, mas no dice lo que piensa.
Los espejos no reflejan: transparentan.
Todo mira fascinante de frente, pero no existe.
Todo vuelve por detrás y es lo real, invisible.

En lo que veo, no veo; en lo que no veo, creo;
en toda imagen apunta una múltiple presencia,
palpitante intermitencia del corazón: confusión;
y así me siento indeciso como un pobre hombre perdido,
como tú que ¿quién eres?, como yo que ¿quién soy?

Los espejos que me escupen hacia fuera, y hacia dentro
me proponen transparencias de distancias y silencios,
deben ser, quiero que sean, para mis obras ejemplo,
con mucha luz hacia fuera, con más secreto hacia dentro.
Juego al juego, sí, con trampa, como hay doblez en los versos.

Así se cuentan las cosas que nos pasan cada día,
y bien contadas parecen fascinantes y sin alma.
Si se piensa, nada es lo que se ve en el espejo.
La luz grande es un abismo y un estúpido misterio. 

miércoles, 27 de febrero de 2019

“La poesía es un arma cargada de futuro”

Gabriel Celaya (1955): Cantos iberos

“La poesía es un arma cargada de futuro”

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos. 

martes, 26 de febrero de 2019

“XIII (He ido marcando con cruces de fuego)”

Pablo Neruda (1924): Veinte poemas de amor y una canción desesperada

“XIII (He ido marcando con cruces de fuego)”

He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna. 

lunes, 25 de febrero de 2019

“XX (Puedo escribir los versos más tristes esta noche)”

Pablo Neruda (1924): Veinte poemas de amor y una canción desesperada

“XX (Puedo escribir los versos más tristes esta noche)”

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo. 

domingo, 24 de febrero de 2019

“Lo que eres”

Pedro Salinas (1933): La voz a ti debida

“Lo que eres”

Lo que eres
me distrae de lo que dices.

Lanzas palabras veloces,
empavesadas de risas,
invitándome
a ir adonde ellas me lleven.
No te atiendo, no las sigo:
estoy mirando
los labios donde nacieron.

Miras de pronto a los lejos.
Clavas la mirada allí,
no sé en qué, y se te dispara
a buscarlo ya tu alma
afilada, de saeta.
Yo no miro adonde miras:
yo te estoy viendo mirar.

Y cuando deseas algo
no pienso en lo que tú quieres,
ni lo envidio: es lo de menos.
Lo quieres hoy, lo deseas;
mañana lo olvidarás
por una querencia nueva.
No. Te espero más allá
de los fines y los términos.

En lo que no ha de pasar
me quedo, en el puro acto
de tu deseo, queriéndote.
Y no quiero ya otra cosa
más que verte a ti querer. 

sábado, 23 de febrero de 2019

"No me aflige morir; no he rehusado"

Francisco de Quevedo (1648): Parnaso español

"No me aflige morir; no he rehusado"

No me aflige morir; no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado. 

Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo que amante espíritu ha ceñido; 
desierto un corazón siempre encendido, 
donde todo el amor reinó hospedado. 

Señas me da mi ardor de fuego eterno, 
y de tan larga congojosa historia
solo será escritor mi llanto tierno. 

Lisi, estame diciendo la memoria
que, pues tu gloria la padezco infierno, 
que llame, al padecer tormentos, gloria.

viernes, 22 de febrero de 2019

"Septiembre"

Karmelo C. Iribirren (2017): Mientras me alejo

"Septiembre"

Tú en la playa 

—recogiendo

y el mar desesperado.

jueves, 21 de febrero de 2019

“XI (—Yo soy ardiente, yo soy morena,)”

Gustavo Adolfo Bécquer (1870): Rimas

“XI”

—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
                                        —No es a ti, no.
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
                                        —No, no es a ti.

—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz.
Soy incorpórea, soy intangible,
no puedo amarte.
                                      —¡Oh ven, ven tú!

miércoles, 20 de febrero de 2019

"Tres deseos"

Carlos Pellicer

"Tres deseos"

Trópico, para que me diste 
las manos llenas de color. 
Todo lo que yo toque 
se llenará de sol. 
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol. 
Déjame un solo instante 
dejar de ser grito y color. 
Déjame un solo instante 
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una costa desierta,
inclinarme en silencio sobre un recóndito balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos, 
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias 
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, deja de ser un solo instante 
el Ayudante de Campo del sol! 
¡Trópico, para qué me diste 

las manos llenas de color!

martes, 19 de febrero de 2019

“Dar celos quita el honor”

María de Zayas

“Dar celos quita el honor”

Dar celos quita el honor;
la presunción, pedir celos;
no tenerlos no es amor,
y discreción es tenerlos.

Quien por picar a su amante
pierde a su honor el respeto
y finge lo que no hace,
o se determina a hacerlo,

ocasionando el castigo,
se pone a cualquiera riesgo;
que también supone culpa
la obra como el deseo.

Quien pide celos, no estima
las partes que le dio el Cielo,
y ensalzando las ajenas,
abate el merecimiento.

Está a peligro que elija
su mismo dueño por dueño,
lo que por reñir su agravio
sube a la esfera del fuego.

Quien tiene amor y no cela,
todos dicen, y lo entiendo,
que no estima lo que ama
y finge sus devaneos.

Celos y amor no son dos:
uno es causa; el otro, efecto.
Porque efecto y causa son
dos, pero sólo un sujeto.

Nacen celos del amor,
y el mismo amor son los celos,
y si es, como dicen, dios,
una en dos causas contemplo.

Quien vive tan descuidado
que no teme, será necio;
pues quien más estado alcanza,
más cerca está de perderlo.

Seguro salió Faetón
rigiendo el carro febeo,
confiado en su volar
por las regiones del cielo.

Ícaro, en alas de cera,
por las esferas subiendo,
y en su misma confianza,
Ícaro y Faetón murieron.

Celos y desconfianza,
que son una cosa es cierto;
porque el celar es temer;
el desconfiar, lo mesmo.

Luego quien celos tuviere
es fuerza que sea discreto,
porque cualquier confiado
está cerca de ser necio.

Con aquesto he desatado
la duda que se ha propuesto,
y responderé a cualquiera
que deseare saberlo.

De que en razón de celos,
es tan malo darlos
como tenerlos.

Pedirlos, libertad;
darlos, desprecio.
Y de los dos extremos,
malo es tenerlos; pero aqueste quiero,
porque mal puede amor serlo sin ellos.