María de Zayas
“Dar celos quita el honor”
Dar celos quita el honor;
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la presunción, pedir celos;
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no tenerlos no es amor,
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y discreción es tenerlos.
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Quien por picar a su amante
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pierde a su honor el respeto
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y finge lo que no hace,
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o se determina a hacerlo,
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ocasionando el castigo,
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se pone a cualquiera riesgo;
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que también supone culpa
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la obra como el deseo.
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Quien pide celos, no estima
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las partes que le dio el Cielo,
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y ensalzando las ajenas,
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abate el merecimiento.
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Está a peligro que elija
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su mismo dueño por dueño,
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lo que por reñir su agravio
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sube a la esfera del fuego.
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Quien tiene amor y no cela,
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todos dicen, y lo entiendo,
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que no estima lo que ama
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y finge sus devaneos.
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Celos y amor no son dos:
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uno es causa; el otro, efecto.
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Porque efecto y causa son
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dos, pero sólo un sujeto.
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Nacen celos del amor,
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y el mismo amor son los celos,
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y si es, como dicen, dios,
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una en dos causas contemplo.
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Quien vive tan descuidado
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que no teme, será necio;
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pues quien más estado alcanza,
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más cerca está de perderlo.
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Seguro salió Faetón
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rigiendo el carro febeo,
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confiado en su volar
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por las regiones del cielo.
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Ícaro, en alas de cera,
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por las esferas subiendo,
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y en su misma confianza,
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Ícaro y Faetón murieron.
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Celos y desconfianza,
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que son una cosa es cierto;
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porque el celar es temer;
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el desconfiar, lo mesmo.
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Luego quien celos tuviere
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es fuerza que sea discreto,
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porque cualquier confiado
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está cerca de ser necio.
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Con aquesto he desatado
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la duda que se ha propuesto,
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y responderé a cualquiera
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que deseare saberlo.
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De que en razón de celos,
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es tan malo darlos
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como tenerlos.
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Pedirlos, libertad;
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darlos, desprecio.
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Y de los dos extremos,
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malo es tenerlos; pero aqueste quiero,
porque mal puede amor serlo sin ellos.
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