miércoles, 4 de diciembre de 2019

“Cantar primero: cantar del destierro”

Anónimo (c. siglo XI): Cantar de Mio Cid

“Cantar primero: cantar del destierro”

Versión adaptada

En silencio intensamente llorando,
volvía la cabeza (…)
Habló Mio Cid bien y muy mesurado:
–¡Gracias a ti, Señor, Padre que estás en lo alto!
¡Esto han tramado contra mí mis enemigos malvados!–

A la salida de Vivar una corneja les salió por la derecha
y entrando en Burgos les salió por la izquierda.
Se encogió Mio Cid de hombros y agitó la cabeza:
–¡Alegría, Álvar Fáñez, que nos echan de la tierra!

Mio Cid Ruy Díaz en Burgos entró (…)
Salían a verlo mujeres y varones (…)
por las bocas de todos salía una expresión:
–¡Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!–

Le convidarían de grado, pero ninguno osaba (…)
Un gran pesar tenía la gente cristiana,
se esconden de Mio Cid, pues no osan decirle nada.

El Campeador se dirigió a su posada,
en cuanto llegó a la puerta, se la encontró bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso así estaba preparada (…)

Una niña de nueve años a la vista se paraba:
–¡Campeador, en buena hora ceñisteis espada!
El rey lo ha prohibido, anoche llegó su carta
con grandes precauciones y solemnemente sellada.
No nos atreveríamos a abriros ni a acogeros por nada;
si no perderíamos los bienes y las casas,
y además los ojos de la cara.
Cid, con nuestro mal vos no ganáis nada,
pero el Creador os ayude con todas sus virtudes santas.–
Esto dijo la niña y se volvió a su casa.

Ya lo ve el Cid, que no tiene del rey la gracia;
se alejó de la puerta, por Burgos espoleaba,
llegó a Santa María (…),
se puso de rodillas, de corazón le rezaba.
Acabada la oración, (…)
junto a la ciudad en la glera acampaba,
plantaba la tienda (…)

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