Pedro Calderón de la Barca (1671): La segunda esposa y Triunfar muriendo
“¡Oh, tú, antorcha…!”
[…]
¡Oh,
tú, antorcha que en esa breve, en esa
tibia
llama contienes sombras sumas,
830
no
por hermosa de inmortal presumas,
pues
puedes ser, antes que luz, pavesa!
Si
no ardes, mueres, pues tu lumbre cesa,
si
ardes, también, pues fuerza es te consumas;
luego
ardiendo, o no ardiendo, siempre
ahúmas
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las
lóbregas paredes de la huesa.
¡Qué
luciente y qué bella te creía
cuando,
cabal, no imaginé que pueda
deslucirte
la edad el primer día!
¡Oh,
mortal! ¡Oh, mortal! Deshaz la rueda; 840
pues
debida, a merced de la agonía,
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