miércoles, 12 de febrero de 2020

“Procuro recordarte”

Carlos Pardo (1995): El invernadero

Procuro recordarte

En verdad el colegio comenzaba
en los días lluviosos, entrado el mes de octubre,
cuando había aceptado la rutina
de resguardarme en los portales cálidos
de la lluvia y el frío matinal,
para coger la ruta.

¿Y por qué si recuerdo ahora tu imagen
utilizo este tópico de los días lluviosos?
En el fondo así eran
cuando en medio de clase me atrevía
a mirarte a los ojos, siempre alerta,
y me seguiste el juego moviéndolos despacio,
con lentitud forzada,
                                 casi un guiño.

Solía caminar algunas tardes
-también tardes lluviosas-
por lugares cercanos a tu casa
para ver si el azar me acercaba un momento
junto a ti:
pero las pocas veces que nos vimos
apenas respondía a tus palabras
-también algo confusas-
con un saludo frío y rutinario.

Y la huida final mirando el suelo
cubierto de hojas húmedas de lluvia.
Igual pasó en las fiestas,
donde yo nunca estaba muy bien visto
por mis gustos ajenos a los vuestros
-además me iba siempre, forzado por el ron
que me bebí por parecer simpático,
con alguna actuación “poco elegante”.

He de reconocer que hubo un momento,
en el que creo recordarte
-no estoy seguro, creo-
bastante más sincera que otras veces:
contándonos historias
teñidas por la edad y por algún
indicio de querernos, pero fue el tiempo justo
para que entre nosotros se formase
una lluvia deforme en intenciones.

Como ya ves, procuro recordarte
con el sabor fingido de una historia
que siempre fue distinta a lo que quise.
No quiero que con esto
-suponiendo que llegues a leerlo-
pienses que sigo enamorado:
no te perdonaré que me ocultases
señales por el miedo
a lo que los demás pensaran
-repito que no estaba muy bien visto-;
no habría malgastado tanto tiempo
en crearme una imagen demasiado bonita
para ti, quizá te habría visto como eres
y como siempre fuiste: mucho menos.

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