Luis de Góngora y Argote: Soledades
“Soledad primera (final)”
En tanto pues que el palio neutro pende 1065
y la carroza de la luz desciende
a templarse en las ondas, Himeneo,
por templar en los brazos el deseo
del galán novio, de la esposa bella,
los rayos anticipa de la estrella, 1070
cerúlea ahora, ya purpúrea guía
de los dudosos términos del día.
El jüicio, al de todos indeciso,
del concurso ligero,
el padrino con tres de limpio acero 1075
cuchillos corvos absolvello quiso.
Solícita Junón, Amor no omiso,
al son de otra zampoña, que conduce
ninfas bellas y sátiros lascivos,
los desposados a su casa vuelven, 1080
que coronada luce
de estrellas fijas, de astros fugitivos,
que en sonoroso humo se resuelven.
Llegó todo el lugar, y despedido,
casta Venus, que el lecho ha prevenido 1085
de las plumas que baten más süaves
en su volante carro blancas aves,
los novios entra en dura no estacada;
que, siendo Amor una deidad alada,
bien previno la hija de la espuma 1090
a batallas de amor campo de pluma.
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