Anónimo: Romancero
“Romance sefardita de la Catalina”
Estaba la Catalina
sentadita en su balcón.
Pasó por allí un soldado
de buena o mala intención.
- Buenas tardes, Catalina,
con usted durmiera yo.
- Suba, suba el caballero
durmirá una noche o dos.
- ¿Y si su marido viene
y nos pilla de traición?
- Mi marido no está en casa,
que mi marido marchó.
Mi marido fue a cazar
a los montes de Aragón,
y ahora para que no vuelva
le echaré la maldición.
Cuervos le saquen los ojos
y águilas el corazón.
Los perros de mi ganado
le traigan en procesión.
Aún no había dicho esto
y él a la puerta picó.
Ábreme la puerta, luna,
ábreme la puerta, sol,
que te traigo un conejito
de los montes de Aragón.
Bajaba por la escalera
mudadita de color.
- Tú estás turbada del vino
o tú tienes nuevo amor.
- Ni estoy turbada del vino
ni yo tengo nuevo amor.
Que reñí con los criados
con mucha de la razón,
que me perdieron las llaves
del más alto corredor.
- Si las perdieron de plata
de oro te las daré yo;
que tengo un hermano en Francia
que las haría mejor
¿De quién es aquel caballo
que en mi cuadra relinchó?
Tuyo es, marido mío,
que mi padre te lo dio.
- Dios se lo pague a tu padre
que caballos tenía yo
y cuando no los tenía,
él no me los daba, no
¿De quién es aquella capa
que en mi percha se colgó?
- Tuya es, marido mío,
que mi padre te la dio.
- Dios se lo pague a tu padre,
que capas tenía yo,
y cuando no las tenía,
él no me las daba, no.
- ¿Y qué es lo que hace un momento
en mi cama resonó?
- Es mi hermano, el pequeñín,
que conmigo se acostó,
y que ha venido a llamarte
pa las bodas del mayor.
- Mientes, mientes, Catalina,
de las bodas vengo yo.
Mátame, marido mío,
la culpa la tengo yo.
Matar, no te mataría;
matar que te mate Dios.
Pero que tu padre tenga
noticia de tu traición.
La agarrara por la mano
y a su casa la llevó.
- Tenga, padre, esta su hija,
que la tuna me engaño.
Si la tié mal enseñada,
enséñela usted mejor.
sentadita en su balcón.
Pasó por allí un soldado
de buena o mala intención.
- Buenas tardes, Catalina,
con usted durmiera yo.
- Suba, suba el caballero
durmirá una noche o dos.
- ¿Y si su marido viene
y nos pilla de traición?
- Mi marido no está en casa,
que mi marido marchó.
Mi marido fue a cazar
a los montes de Aragón,
y ahora para que no vuelva
le echaré la maldición.
Cuervos le saquen los ojos
y águilas el corazón.
Los perros de mi ganado
le traigan en procesión.
Aún no había dicho esto
y él a la puerta picó.
Ábreme la puerta, luna,
ábreme la puerta, sol,
que te traigo un conejito
de los montes de Aragón.
Bajaba por la escalera
mudadita de color.
- Tú estás turbada del vino
o tú tienes nuevo amor.
- Ni estoy turbada del vino
ni yo tengo nuevo amor.
Que reñí con los criados
con mucha de la razón,
que me perdieron las llaves
del más alto corredor.
- Si las perdieron de plata
de oro te las daré yo;
que tengo un hermano en Francia
que las haría mejor
¿De quién es aquel caballo
que en mi cuadra relinchó?
Tuyo es, marido mío,
que mi padre te lo dio.
- Dios se lo pague a tu padre
que caballos tenía yo
y cuando no los tenía,
él no me los daba, no
¿De quién es aquella capa
que en mi percha se colgó?
- Tuya es, marido mío,
que mi padre te la dio.
- Dios se lo pague a tu padre,
que capas tenía yo,
y cuando no las tenía,
él no me las daba, no.
- ¿Y qué es lo que hace un momento
en mi cama resonó?
- Es mi hermano, el pequeñín,
que conmigo se acostó,
y que ha venido a llamarte
pa las bodas del mayor.
- Mientes, mientes, Catalina,
de las bodas vengo yo.
Mátame, marido mío,
la culpa la tengo yo.
Matar, no te mataría;
matar que te mate Dios.
Pero que tu padre tenga
noticia de tu traición.
La agarrara por la mano
y a su casa la llevó.
- Tenga, padre, esta su hija,
que la tuna me engaño.
Si la tié mal enseñada,
enséñela usted mejor.
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