domingo, 18 de abril de 2021

“El testamento”

François Villon (1461)

“El testamento”

[...] Lamento el tiempo de mi juventud
(en el cual me divertí más que nadie,
hasta la entrada de la vejez)
que me ha ocultado su final.
No se escapó a pie, 
ni a caballo: ¡ay! ¿cómo, pues?
de repente ha volado
sin dejarme ningún regalo.

Se ha ido y yo me quedo, 
pobre de inteligencia y de ciencia,
triste, fracasado, más negro que una mora, 
sin censo, renta ni riqueza;
el peor de los míos, y digo verdad, 
olvidando los deberes naturales,
se apresura a renegar de mí, 
porque no tengo unos pocos bienes.

No temo haber malgastado 
en golosinas ni en placeres;
para amar demasiado, no he vendido nada 
que me puedan reprochar mis amigos,
al menos nada que les costara muy caro. 
Lo digo y no creo mentir;
de eso, puedo defenderme: 
quien no ha cometido faltas, no debe acusarse.

Bien es verdad que he amado, 
y aun amaría con gusto,
pero el triste corazón y el vientre hambriento, 
sólo saciado en un tercio,
me alejan de los amorosos senderos. 
En definitiva, que se aproveche
quien se haya hartado en las despensas, 
pues la danza viene de la panza.

¡Ay, Dios! Si yo hubiera estudiado 
en tiempos de mi alocada juventud,
y me hubiera dedicado a las buenas costumbres, 
tendría casa y blanda cama.
Pero, ¿cómo? Yo huía de la escuela, 
como hace el niño malo...
Al escribir estas palabras, 
a poco se me parte el corazón.

El aforismo del sabio me lo hice 
(al menos en cuanto pude) demasiado favorable:
"Diviértete, dice, hijo mío, 
en tu adolescencia". Pero
en otro lugar el Sabio ofrece otro manjar, 
pues "juventud y adolescencia,
-son sus palabras, ni más ni menos- 
no son sino abuso e ignorancia".

"Mis días ha pasado rápidamente, 
como -dice Job- los hilos de una tela
cuando el tejedor 
sujeta en su puño una ardiente paja".
Entonces, si algún cabo sobresale, 
lo suprime con rapidez.
Así no temo ya que me pase nada, 
pues a la  muerte todo se termina.

¿Dónde están los graciosos galanes 
a quienes yo seguía antaño,
que cantaban tan bien, que tan bien hablaban, 
tan agradables en hechos y dichos?
Algunos están muertos y rígidos, 
de ellos no queda nada ahora:
tengan descanso en el Paraíso, 
y Dios salve a los demás.

Y otros se han convertido, 
¡gracias a Dios!, en grandes señores y amos;
otros mendigan, completamente desnudos, 
y no ven el pan más que en los mostradores;
otros han entrado en conventos 
de Celestinos y Cartujos,
con botas, calzados como pescadores de ostras: 
ved el diferente estado de cada uno. 

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