Rafael Alberti (1945): A la pintura
"Giotto"
Laude, Señor Dios mio,
al hermano pincel. Él se ha mojado
de tu divino rostro de rocío
y al fundirle la sangre, iluminado.
Laude, Señor Dios mio,
al sometido, abierto hermano muro,
a la cal fresca, hirviente, resistida
del aire, del calor, el agua, el frio;
la hermana cal, su puro
blanco perenne sueño de la vida.
Laude, Señor Dios mio,
al lápiz, a la pluma
que el hermano diseño delinea.
Laude al esbozo erguido de la bruma,
laude a la hermana luz que lo recrea.
Laude, Señor Dios mio,
a la humana figura,
ardiente paralela, recta hermana
de la infinita hermana arquitectura.
Laude, Señor Dios mio,
al hermano color, a los colores;
al fraternal violeta,
al verde, al blanco, al rojo, al amarillo,
al negro, al oro, al rosa
y al que es lengua pintando tus loores
cuando se eleva airosa
a humilde, a pobrecillo
pájaro fiel mi mano:
el claro azul, el buen añil hermano.
Laude, Señor Dios mio,
al pausado, solemne movimiento,
al hierático mar y rígido paisaje.
Laude al ángel que boga sin el hermano viento,
al simétrico orden sin hastío
y al salmo rectilíneo del ropaje.
Laude, Señor Dios mio,
porque me armaste dulce, cariñoso,
y en una edad oscura
me concediste el hábito glorioso
del hermano mayor de la pintura.
al hermano pincel. Él se ha mojado
de tu divino rostro de rocío
y al fundirle la sangre, iluminado.
Laude, Señor Dios mio,
al sometido, abierto hermano muro,
a la cal fresca, hirviente, resistida
del aire, del calor, el agua, el frio;
la hermana cal, su puro
blanco perenne sueño de la vida.
Laude, Señor Dios mio,
al lápiz, a la pluma
que el hermano diseño delinea.
Laude al esbozo erguido de la bruma,
laude a la hermana luz que lo recrea.
Laude, Señor Dios mio,
a la humana figura,
ardiente paralela, recta hermana
de la infinita hermana arquitectura.
Laude, Señor Dios mio,
al hermano color, a los colores;
al fraternal violeta,
al verde, al blanco, al rojo, al amarillo,
al negro, al oro, al rosa
y al que es lengua pintando tus loores
cuando se eleva airosa
a humilde, a pobrecillo
pájaro fiel mi mano:
el claro azul, el buen añil hermano.
Laude, Señor Dios mio,
al pausado, solemne movimiento,
al hierático mar y rígido paisaje.
Laude al ángel que boga sin el hermano viento,
al simétrico orden sin hastío
y al salmo rectilíneo del ropaje.
Laude, Señor Dios mio,
porque me armaste dulce, cariñoso,
y en una edad oscura
me concediste el hábito glorioso
del hermano mayor de la pintura.
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