Claudio Rodríguez
(1976): El vuelo de la celebración
“Tan solo una sonrisa”
Sólo se pierde lo
que no se ama.
¿O aquello que se
ama?
Cuando el
remordimiento llega al conocimiento,
altas tapias por
fuera
y ventanas por
dentro, llega a veces
una sonrisa
pasajera, como
la tuya de ahora.
Aunque no te conozco,
niña apenas,
pero con carne
prieta de mujer,
tengo la silenciosa
llave febril con la
que estoy entrando,
sin claridad y sin
fijeza,
y quizas a deshora,
en tu boca entornada
sólo por un momento,
como el amor del aire
o la sorpresa de la
soledad.
Y la columna del
aliento,
tan fugitiva e
imperecedera,
el movimiento oculto
de tus labios carnosos,
con demasiado aplomo
y embusteros,
me hacen vivir en
ellos:
en tus encías, en
tus dientes, no
en tus ojos.
Contemplo tu sonrisa
que me hilvana y me
cose,
con esa libertad tan
misteriosa
que es juventud y
casi menosprecio.
Adiós, adiós.
Recordaré, a la sombra
de otros labios más
claros que los tuyos,
esta aventura
silenciosa.
No ha sido nada:
sólo una sonrisa.
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