César
Vallejo (1939): España, aparta de mí este
cáliz
“Masa”
Al fin de la
batalla,
y muerto el
combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No
mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay!
siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes!
¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay!
siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto
amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay!
siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común:
«¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay!
siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio
el cadáver triste, emocionado;
incorporóse
lentamente,
abrazó
al primer hombre; echóse a andar…
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