Mujeres (1994): Habitaciones
separadas
“Habitación 219”
Son las puertas cerradas de un pasillo de hotel
lo que fueron los sueños, lo que será la vida.
Ella se atreve a preguntar. Parece
la habitación 217
una isla con sol en el Caribe,
como un naufragio donde sólo llega
el tiempo de la luz,
el día de mirarse en el espejo
desnudo de las sábanas.
Son preguntas los ojos y las manos
y hasta el silencio vuelve la cabeza
para verlos brillar,
tomar los sueños como se toma el sol,
jóvenes y tendidos en la cama.
Sus armarios no tienen equipaje.
Tal vez puedes oírlos. Pero cuida
tu firma de viajero,
porque en otra ventana, y pared
con pared, el sol de la 218
tiene la luz ambigua de los días nublados,
recuerdo y porvenir, piel de noviembre
entre la claridad o la tormenta.
El viajero está solo. Mira el televisor
como se miran las fotografías
en una casa extraña,
como se buscan rostros conocidos
entre la multitud de una ciudad.
¿Quién abrirá las puertas del invierno,
en qué mano la llave
de la 219?
No existen las ventanas
y la cama vacía está dispuesta
para que el derrotado
mire a su alrededor, se siente, se desvista
y se tumbe a esperar,
a navegar la noche
embarcado en sus propios pensamientos,
cuando el mundo no sea
sino ruido de pasos y de voces,
al otro lado de la puerta,
en el pasillo de un hotel.
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