Rubén
Darío (1888): Azul
“Venus”
En
la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En
busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En
el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como
incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.
A
mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que
esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o
que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante
y luminosa, recostada sobre un palanquín.
"¡Oh,
reina rubia! -díjele, mi alma quiere dejar su crisálida
y
volar hacia a ti, y tus labios de fuego besar;
y
flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y
en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar".
El
aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.
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