Constantino Kavafis (1911):
“Ítaca”
Cuando
emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el
camino sea largo,
rico
experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones
y a Cíclopes
o al airado
Poseidón nunca temas,
no hallarás
tales seres en tu ruta,
si alto es
tu pensamiento y limpia
la emoción
de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones
ni a Cíclopes,
ni al fiero
Poseidón hallarás nunca,
si no los
llevas dentro de tu alma,
si no es tu
alma quien ante ti los pone.
Pide que tu
camino sea largo.
Que
numerosas sean las mañanas de Verano
en que con
placer, felizmente
arribes a
bahías nunca vistas;
detente en
los emporios de Fenicia
y adquiere
hermosas mercancías,
madreperla y
coral, ámbar y ébano,
perfumes
deliciosos y diversos,
cuantos puedas
invierte en voluptuosos y delicados sensuales;
visita muchas
ciudades del Egipto
y con avidez
de sus sabios.
Ten siempre en
la memoria a Ítaca.
Llegar allí
es tu meta.
Mas no
apresures el viaje.
Mejor que se
extienda largos años
y en tu
vejez arribes a la isla
con cuanto
hayas ganado en el camino,
sin esperar que
Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló
un hermoso viaje.
Sin ella el
camino no habrías emprendido.
Mas ninguna otra
cosa puede darte.
Aunque pobre
la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en
saber y en vida, como has vuelto,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.
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