martes, 31 de marzo de 2020

“Elegía 33b: Vino y amor”

Propercio

“Elegía 33b: Vino y amor”


Traducción de Antonio Rodríguez de Veguer

¿No me oyes y permites que mis palabras sean juguete
     del viento, cuando ya los bueyes de Icario1 hacen
     declinar las lentas estrellas?
Bebes impasible: ni la media noche puede doblegarte;
     ¿todavía no se han cansado tus manos de tirar los dados?
¡Ay, maldito quien descubrió el vino puro
     y el primero que contaminó el agua clara con néctar!
Icario, degollado con razón2 por los campesinos de
     Cécrope, ¡tú supiste lo amargo que es el olor a pámpano!
¡También tú, centauro Euritión, moriste a causa del vino,
     y no menos tú, Polifemo, debido al vino puro de Ismaro!
Con el vino se aja la belleza, con el vino se marchita la
     juventud, con el vino a menudo la amante no reconoce
     a su amado.
¡Desgraciado de mí! ¡Ni una pizca le ha cambiado el
     mucho Lieo! ¡Sigue bebiendo: eres hermosa: nada te
     perjudica el vino!
Cuando flores que cuelgan de tu frente se posan en tu
     copa y lees mis poemas con voz queda,
que tu mesa se humedezca al derramarse con profusión
     el Falerno y haga suaves espumas en cáliz de oro.
Con todo, ninguna se retira con gusto sola al lecho:
     hay algo que Amor os empuja a buscar.
Siempre es más fuerte la pasión con amantes ausentes:
     el acceso prolongado empequeñece a los amantes
     asiduos.

Notas:
1 La constelación del Boyero o Bootes, cuya estrella más brillante es Arturo.
2 Según Propercio. Pero la realidad fue que la muerte de Icario a manos de unos campesinos se debió a un desgraciado malentendido, pues pensaron que Ícaro había intoxicado a otros compañeros con veneno, cuando la verdad era que estaban durmiendo por el efecto placentero del vino.

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