Propercio
“Elegía 33b: Vino y amor”
Traducción de Antonio Rodríguez de Veguer
¿No me oyes y permites que mis palabras sean juguete
del viento, cuando ya los bueyes de Icario1 hacen
declinar las lentas estrellas?
Bebes impasible: ni la media noche puede doblegarte;
¿todavía no se han cansado tus manos de tirar los dados?
¡Ay, maldito quien descubrió el vino puro
y el primero que contaminó el agua clara con néctar!
Icario, degollado con razón2 por los campesinos de
Cécrope, ¡tú supiste lo amargo que es el olor a pámpano!
¡También tú, centauro Euritión, moriste a causa del vino,
y no menos tú, Polifemo, debido al vino puro de Ismaro!
Con el vino se aja la belleza, con el vino se marchita la
juventud, con el vino a menudo la amante no reconoce
a su amado.
¡Desgraciado de mí! ¡Ni una pizca le ha cambiado el
mucho Lieo! ¡Sigue bebiendo: eres hermosa: nada te
perjudica el vino!
Cuando flores que cuelgan de tu frente se posan en tu
copa y lees mis poemas con voz queda,
que tu mesa se humedezca al derramarse con profusión
el Falerno y haga suaves espumas en cáliz de oro.
Con todo, ninguna se retira con gusto sola al lecho:
hay algo que Amor os empuja a buscar.
Siempre es más fuerte la pasión con amantes ausentes:
el acceso prolongado empequeñece a los amantes
asiduos.
Notas:
1 La constelación del Boyero o Bootes, cuya estrella más brillante es Arturo.
2 Según Propercio. Pero la realidad fue que la muerte de Icario a manos de unos campesinos se debió a un desgraciado malentendido, pues pensaron que Ícaro había intoxicado a otros compañeros con veneno, cuando la verdad era que estaban durmiendo por el efecto placentero del vino.
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