Ángeles Mora (1990): La dama errante
“Casi un cuento”
Él susurró que lo mejor sería
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no enamorarse,
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ella no le llevó la contraria,
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para qué si se sabía vencida.
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Ante todo se dejó acariciar
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por sus manos manchadas de ternura.
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Eso sí,
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no se enamoró de sus manos.
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Más tarde no impidió que sus labios
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muy lentos la abrasaran,
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pero tuvo cuidado,
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no se enamoró de sus labios,
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y aunque tampoco se opuso a que su lengua
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la hiriera sin remedio,
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no se enamoró de su lengua
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ni de sus ojos ni de su voz
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ni de la palidez que le subía a la cara
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entre los besos,
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esa palidez que a ella más y más la arañaba.
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Pero tuvo cuidado y no se enamoró.
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Para qué si se sabía vencida.
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Una y otra vez volvieron a encontrarse.
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Sin amor.
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Eso sí,
felices como niños.
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