miércoles, 30 de septiembre de 2020

“Palabras para Julia”

José Agustín Goytisolo (1979): Palabras para Julia

“Palabras para Julia”

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

martes, 29 de septiembre de 2020

“Autobiografía”

José Agustín Goytisolo (1956): Salmos al viento

“Autobiografía”

 “Fui un mísero afligido desde mi mocedad,
siempre lleno de espanto, lleno de tristeza…”
(Salmos., 88, 16)
Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste,
y mi padre decía,
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío,
no sirves para nada.
Después me fui al colegio
con pan y con adioses,
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño,
no sirves para nada.
Vino, luego, la guerra,
la muerte —yo la vi—
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron,
yo, triste, seguí oyendo:
no sirves para nada.
Y cuando me pusieron
los pantalones largos,
la tristeza en seguida
cambió de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.
En la calle, en las aulas,
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes,
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día,
la muchacha que amo
me dijo, y era alegre:
no sirves para nada.
Ahora con ella,
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que, a veces, digo,
también con alegría:
no sirves para nada.

lunes, 28 de septiembre de 2020

“Píos deseos para empezar el año”

Jaime Gil de Biedma (1968): Poemas póstumos

“Píos deseos para empezar el año”

Pasada ya la cumbre de la vida,
justo del otro lado, yo contemplo
un paisaje no exento de belleza
en los días de sol, pero en invierno inhóspito.
Aquí sería dulce levantar la casa
que en otros climas no necesité,
aprendiendo a ser casto y a estar solo.
Un orden de vivir, es la sabiduría.
Y qué estremecimiento,
purificado, me recorrería
mientras que atiendo al mundo
de otro modo mejor, menos intenso,
y medito a las horas tranquilas de la noche,
cuando el tiempo convida a los estudios nobles,
el severo discurso de las ideologías
-o la advertencia de las constelaciones
en la bóveda azul...
Aunque el placer del pensamiento abstracto
es lo mismo que todos los placeres:
reino de juventud.

domingo, 27 de septiembre de 2020

“Noche primera”

José Ángel Valente (1955): A modo de esperanza

“Noche primera”

Empuja el corazón,
quiébralo, ciégalo,
hasta que nazca en él
el poderoso vacío
de lo que nunca podrás nombrar.
Sé, al menos,
su inminencia
y quebrantado hueso
de su proximidad.
Que se haga noche. (Piedra,
nocturna piedra sola.)
Alza entonces la súplica:
que la palabra sea sólo verdad.

sábado, 26 de septiembre de 2020

“Rondó”

Pere Gimferrer (1969): Extraña fruta y otros poemas

“Rondó”
Quisiera tener un revólver para escuchar solamente
el sonido de la sangre, y saber que no moriré:
que el chasquido de las cápsulas o el fogonazo sulfúreo,
como guardado por ángeles, no arrasarán mi jardín.
Qué claridad de relámpagos cuando mis ojos se cierran.
Tan cercanas las imágenes del amor, aquí, en mi pecho,
como canto de sirenas o recuerdos de niñez.
Con paso quedo, despacio: no despertéis a las rosas.
El momento de la lluvia tras los cristales velados,
y el momento en que se escuchan tu mirada y tu sonrisa,
y el momento en que tu voz descubre cielo y planetas,
y el momento en que tu piel gime un fulgor susurrante,
y el momento en que tus labios, y tus ojos, y la lluvia...
Quisiera tener un revólver para escuchar solamente
el sonido de la sangre, y saber que no moriré.

viernes, 25 de septiembre de 2020

“En las cabinas telefónicas”

Pere Gimferrer (1968): La muerte en Beverly Hills

“En las cabinas telefónicas”

En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de los coches patrullas al amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine
—y a esta hora está muerta en el Depósito aquella cuyo cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas de los reflectores, abofeteada en los nightclubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Música de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas notas conocimos una noche a Ava Gadner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz muy baja— se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió el amor,
y era como si oliera muy despacio un perfume.
Triste es la noche, triste está y cautiva
un triste corazón doble y distante;
parece un solo y largo y negro instante

jueves, 24 de septiembre de 2020

“Solo sé…”

Manuel Altolaguirre (1936): Las islas invitadas

“Solo sé…”

Sólo sé que estoy en mí 
y nunca sabré quién soy, 
tampoco sé adónde voy 
ni hasta cuándo estaré aquí. 
Vestido con vida o muerte 
o desnudo sin morir, 
en los muros de este fuerte 
castillo de mi vivir,
o libre por los confines 
sepulcrales de los cielos, 
desgarrando grises velos, 
ignorante de mis fines, 
no sé qué cárcel espera 
ni la libertad que ansío, 
ni a qué sueño dará el río 
de mi vida cuando muera.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

“Era mi dolor tan alto…”

Manuel Altolaguirre (1931): Poesía

“Era mi dolor tan alto…”

Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso. 

martes, 22 de septiembre de 2020

“Si el hombre pudiera decir…”

Luis Cernuda (1931): Los placeres prohibidos

“Si el hombre pudiera decir…”

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando solo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

lunes, 21 de septiembre de 2020

“Quisiera estar solo en el Sur”

Luis Cernuda (1929): Un río, un amor

“Quisiera estar solo en el Sur”

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.
El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.
En el sur tan distante quiero estar confundido.
la lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

domingo, 20 de septiembre de 2020

“Los dos ángeles”

Rafael Alberti (1927): Sobre los ángeles

“Los dos ángeles”

Ángel de luz, ardiendo, 
¡oh, ven!, y con tu espada 
incendia los abismos donde yace 
mi subterráneo ángel de las nieblas.

¡Oh espadazo en las sombras! 
Chispas múltiples, 
clavándose en mi cuerpo, 
en mis alas sin plumas, 
en lo que nadie ve, vida.

Me estás quemando vivo. 
Vuela ya de mí, oscuro 
Luzbel de las canteras sin auroras, 
de los pozos sin sueño, 
ya carbón de espíritu, 
sol luna.

Me duelen los cabellos 
y las ansias. ¡Oh, quémame!

¡Quémalo, ángel de luz, custodio mío, 
tú que andabas llorando por las nubes, 
tú, sin mí, tú, por mí, 
ángel frío de polvo, ya sin gloria, 
volcado en las tinieblas!

¡Quémalo, ángel de luz, 
quémame y huye!

sábado, 19 de septiembre de 2020

“Se equivocó la paloma”

Rafael Alberti (1939): Entre el clavel y la espada

“Se equivocó la paloma”

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)

viernes, 18 de septiembre de 2020

“Los ángeles de las ruinas”

Rafael Alberti (1927): Sobre los ángeles

“Los ángeles de las ruinas”

Pero por fin llegó el día, la hora de las palas y los cubos.
No esperaba la luz que se vinieran abajo los minutos,
porque distraía en el mar la nostalgia terrestre de los ahogados.
Nadie esperaba que los cielos amanecieran de esparto
ni que los ángeles ahuyentaran sobre los hombres astros de cardenillo.
 Los trajes no esperaban tan pronto la emigración de los cuerpos.
Por un alba navegable huía la aridez de los lechos.
 Se habla de la bencina,
de las catástrofes que causan los olvidos inexplicables.
 Se murmura en el cielo de la traición de la rosa.
Yo comento con mi alma el contrabando de la pólvora,
a la izquierda del cadáver de un ruiseñor amigo mío.
No os acerquéis.
Nunca pensasteis que vuestra sombra volvería a la sombra 
cuando una bala de revólver hiriera mi silencio.
Pero al fin llegó ese segundo,
disfrazado de noche que espera un epitafio.
La cal viva es el fondo que mueve la proyección de los muertos.
Os he dicho que no os acerquéis.
Os he pedido un poco de distancia:
la mínima para comprender un sueño
y un hastío sin rumbo haga estallar las flores y las calderas.
 La luna era muy tierna antes de los atropellos
y solía descender a los hornos por las chimeneas de las fábricas.
Ahora fallece impura en un mapa imprevisto de petróleo,
asistida por un ángel que le acelera la agonía.
Hombres de cinc, alquitrán y plomo la olvidan.
 Se olvidan hombres de brea y fango
que sus buques y sus trenes,
a vista de pájaro,
son ya en medio del mundo como una mancha de aceite,
limitada de cruces por todas partes.
Se han olvidado.
Como yo, como todos.
Y nadie espera ya la llegada del expreso,
la visita oficial de la luz a los mares necesitados,
la resurrección de las voces en los ecos que se calcinan.

jueves, 17 de septiembre de 2020

“Árbol de ti nacido”

Juan Chabás (1956): Árbol de ti nacido

“Árbol de ti nacido”

Siento crecer profunda y dulcemente
hacia dentro del tronco de mi vida
una raíz de savia renacida
que en ti tan sólo encuentra tierra y fuente.

¡Oh, qué intenso fluir, qué ser presente
el ansia renovada y sin medida
que estalla a cada instante, y, sin herida,
me inunda de una sangre más ferviente!

¡Oh tierra y cielo y flor y rama nueva,
árbol de ti nacido ya en la cumbre
del monte de mis días, a deshora!

¡Hasta el más alto tallo sube, y lleva
tu savia radical la ardiente lumbre
de este amor mío, en rumbo hacia la aurora!

miércoles, 16 de septiembre de 2020

“Elegía II”

Carles Riba (1939-1942): Elegías de Bierville

Versión en catalán

“Elegie II”

Súnion! T'evocaré de lluny amb un crit d'alegria,
tu i el teu sol lleial, rei de la mar i del vent:
pel teu record, que em dreça, feliç de sal exaltada,
amb el teu marbre absolut, noble i antic jo com ell.
Temple mutilat, desdenyós de les altres columnes
que en el fons del teu salt, sota l'onada rient,
dormen l'eternitat! Tu vetlles, blanc a l'altura,
pel mariner, que per tu veu ben girat el seu rumb;
per l'embriac del teu nom, que a través de la nua garriga
ve a cercar-te, extrem com la certesa dels déus;
per l'exiliat que entre arbredes fosques t'albira
súbitament, oh precís, oh fantasmal! i coneix
per ta força la força que el salva als cops de fortuna,
ric del que ha donat, i en sa ruïna tan pur.


Versión en español


“Elegía II”

¡Súnion! Te evocaré desde lejos con un grito de alegría,
a ti y a tu sol leal, rey de la mar y del viento:
por tu recuerdo, que me yergue feliz de sal exaltada,
con tu absoluto mármol, noble y antiguo yo como él.
¡Templo mutilado, desdeñoso de las otras columnas
que en el fondo de tu salto, bajo la ola riente,
duermen la eternidad! Tú velas, blanco en la altura,
por el marinero, que por ti ve bien dirigido su rumbo;
por el ebrio de tu nombre, que a través del desnudo monte bajo
va a buscarte, extremo como la certeza de los dioses;
por el exiliado que entre arboledas sombrías te vislumbra
súbitamente ¡oh preciso, oh fantasmal! y conoce
por tu fuerza la fuerza que le salva de los golpes de azar,
rico de lo que dio, y en su ruina tan puro.

martes, 15 de septiembre de 2020

“Ladies journal”

Blanca Varela
Ladies journal
el ratón te contempla extasiado
la araña no se atreve a descender ni un
          milímetro más a la tierra
el café es un espectro azul sobre la hornilla
dispuesto a desaparecer para siempre
          oh sí querida mía
son las siete de la mañana
levántate muchacha
recoge tu pelo en la fotografía
descubre tu frente tu sonrisa
sonríe al lado del niño que se te parece
          oh sí lo haces como puedes
y eres idéntica a la felicidad
que jamás envejece
          quédate quieta
allí en ese paraíso
al lado del niño que se te parece
son las siete de la mañana
es la hora perfecta para comenzar
a soñar
          el café será eterno
y el sol eterno
si no te mueves
si no despiertas
si no volteas la página
en tu pequeña cocina
frente a mi ventana

lunes, 14 de septiembre de 2020

“Lied de la noche”

Álvaro Mutis
Lied de la noche”
La nuit vient sur un char conduit par le silence
Lafontaine
Y, de repente,
llega la noche
como un aceite
de silencio y pena.
A su corriente me rindo
armado apenas
con la precaria red
de truncados recuerdos y nostalgias
que siguen insistiendo
en recobrar el perdido
territorio de su reino.
Como ebrios anzuelos
giran en la noche
nombres, quintas,
ciertas esquinas y plazas,
alcobas de la infancia,
rostros del colegio,
potreros, ríos
y muchachas
giran en vano
en el fresco silencio de la noche
y nadie acude a su reclamo.
Quebrantado y vencido
me rescatan los primeros
ruidos del alba,
cotidianos e insípidos
como la rutina de los días
que no serán ya
la febril primavera
que un día nos prometimos.

domingo, 13 de septiembre de 2020

“Carne de mi amante”

Ángela Figuera Aymerich: Poesía moderna
“Carne de mi amante”
Mármol oscuro y caliente
tallado en músculo y fibra.
Carne de mi amante, carne
viril y prieta de mi vida.
Suave y blanda entre mis dedos;
fuego bajo la caricia.
Dulce y sabrosa a mis labios
como una fruta mordida…
Carne de mi amante, carne
tan mía como la mía.

sábado, 12 de septiembre de 2020

“Lo que dejé por ti”

Rafael Alberti (1968):Roma, peligro para caminantes

“Lo que dejé por ti”

Ah! cchi nun vede sta parte de monno
Nun za nnemmanco pw cche ccoa è nnato
G. G. Belli
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

viernes, 11 de septiembre de 2020

“Como el toro he nacido para el luto”

Miguel Hernández (1936): El rayo que no cesa
“Como el toro he nacido para el luto”
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
Como el toro lo encuentra diminuto
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.