lunes, 19 de octubre de 2020

“Inventario de lugares propicios para el amor”

Ángel González (1967): Tratado de urbanismo

“Inventario de lugares propicios para el amor”

Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero 
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño 
forma al interceder con los domingos 
en algunas ciudades 
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios: 
quicios de puertas orientados al norte, 
orillas de los ríos, 
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores 
de las viejas iglesias 
dejan a veces huecos 
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas 
temperaturas y los vientos húmedos 
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben 
la caricia (con exenciones 
para determinadas zonas epidérmicas 
—sin interés ninguno— 
en niños, perros y otros animales) 
y el “no tocar, peligro de ignominia” 
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos, 
córneas torturadas, 
implacables pupilas, 
retinas reticentes, 
vigilan, desconfían, amenazan. 
Queda quizá el recurso de andar solo, 
de vaciar el alma de ternura 
y llenarla de hastío e indiferencia, 
en este tiempo hostil, propicio al odio.

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