José Agustín Goytisolo (1991): A veces gran amor
“El testigo implacable”
Como una nieve turbia corrompiéndose
en lentas gotas de barro o de melancolía
como una lluvia antigua
que empapa hasta los muertos más mezquinos
así el tedio resbala por los muros
forma charcos groseros en las calles
penetra en las iglesias y en los cines
y se filtra en las casas con su olor a desastre.
Un aire de fastidio y de humedad entonces
se apodera de gestos y palabras
se cuelga de los trajes
preside los encuentros de familia
viaja en los sucios autobuses
y envuelve la tristísima ciudad desconfiada.
Ah testigo implacable de las horas vacías
aburrimiento enorme que no ocultan
ni la música ambigua de las salas de fiesta
ni el clamor del estadio
ni el tintineo y charla de las mesas de bar.
Y en medio de una ciudad de hastío y podredumbre
de espera y rabia oculta
tan sólo algunos niños se divierten
jugando a destruirse por buhardillas de sueño
mientras que afuera sigue
esa lluvia cayendo desconsoladamente
sobre la piel de un mundo en bancarrota.
en lentas gotas de barro o de melancolía
como una lluvia antigua
que empapa hasta los muertos más mezquinos
así el tedio resbala por los muros
forma charcos groseros en las calles
penetra en las iglesias y en los cines
y se filtra en las casas con su olor a desastre.
Un aire de fastidio y de humedad entonces
se apodera de gestos y palabras
se cuelga de los trajes
preside los encuentros de familia
viaja en los sucios autobuses
y envuelve la tristísima ciudad desconfiada.
Ah testigo implacable de las horas vacías
aburrimiento enorme que no ocultan
ni la música ambigua de las salas de fiesta
ni el clamor del estadio
ni el tintineo y charla de las mesas de bar.
Y en medio de una ciudad de hastío y podredumbre
de espera y rabia oculta
tan sólo algunos niños se divierten
jugando a destruirse por buhardillas de sueño
mientras que afuera sigue
esa lluvia cayendo desconsoladamente
sobre la piel de un mundo en bancarrota.
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