Felipe Benítez Reyes (2000): Escaparate de venenos (1996-1999)
“Estampa matinal”
El mendigo que cruza, con orgullo de príncipe,
ese paso de cebra de la gran avenida
con su abrigo dramático y sus bolsas repletas
de inservible quincalla y un menaje caótico,
sintiéndose el señor de la ciudad
cuando frenan los coches, reverentes,
ante Su Majestad Lunática.
Alguien compra el periódico local
para sentirse atónito ante el mundo
y busca información sobre su caos
de guerras y de fraudes,
y se encuentra el anuncio
del último modelo de un coche de alma alquímica
o la oferta tantálica de un viaje a la magia
de Tailandia o Marruecos.
Una anciana, tras mucho razonar,
convence a su perrillo valiente de que no
le ladre a los mendigos ni a ese hombre
que lee en el periódico
la noticia de un nuevo asesinato
freudiano, pasional y tragicómico,
con su lírico espanto de azar y alevosía.
Alguien sale a la calle
-a esa hora, algo tardía ya, de la mañana
en que las putas vampirescas
suelen tomar el desayuno
en pequeñas cafeterías envueltas en la bruma
de la mantequilla caliente-
y observa con un cierto fatalismo
el atasco formado ante el cadáver
de un perro atropellado
por un coche amarillo - y una anciana que oscila
entre el grito y el llanto.
¿Y qué es la realidad?
¿Y qué es
la realidad?
ese paso de cebra de la gran avenida
con su abrigo dramático y sus bolsas repletas
de inservible quincalla y un menaje caótico,
sintiéndose el señor de la ciudad
cuando frenan los coches, reverentes,
ante Su Majestad Lunática.
Alguien compra el periódico local
para sentirse atónito ante el mundo
y busca información sobre su caos
de guerras y de fraudes,
y se encuentra el anuncio
del último modelo de un coche de alma alquímica
o la oferta tantálica de un viaje a la magia
de Tailandia o Marruecos.
Una anciana, tras mucho razonar,
convence a su perrillo valiente de que no
le ladre a los mendigos ni a ese hombre
que lee en el periódico
la noticia de un nuevo asesinato
freudiano, pasional y tragicómico,
con su lírico espanto de azar y alevosía.
Alguien sale a la calle
-a esa hora, algo tardía ya, de la mañana
en que las putas vampirescas
suelen tomar el desayuno
en pequeñas cafeterías envueltas en la bruma
de la mantequilla caliente-
y observa con un cierto fatalismo
el atasco formado ante el cadáver
de un perro atropellado
por un coche amarillo - y una anciana que oscila
entre el grito y el llanto.
¿Y qué es la realidad?
¿Y qué es
la realidad?
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