Rafael Alberti (1945): A la pintura
"1917"
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Y las estatuas. En mi sueño
de adolescente se enarbola
una Afrodita de escayola
desnuda al ala del diseño.
¡Inusitada maravilla!
Mi mano y Venus frente a frente
con mi ilusión de adolescente:
un papel y una carbonilla.
Ante la forma, era mi estado
de pura gracia y de blancura,
peregrinante a la ventura,
libre, dichoso y maniatado.
Incontenible, aunque indecisa,
la línea en curva se dispara
como si un pájaro jugara
con el contorno de la brisa.
Cautivo al fin que lo promueve
y al negro albor que lo sombrea,
el claroscuro redondea
la cima exacta del relieve.
Y el azabache submarino
ciñe a la hija de la espuma,
fingida en yeso, luz y bruma
de carbón, goma y disfumino.
Nada sabía del poema
que ya en mi lápiz apuntaba.
Venus tan sólo dibujaba
mi sueño prístino, suprema.
Feliz imagen que en mi vida
dio su más bella luminaria
a esta academia necesaria,
que abre su flor cuando se olvida.
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