miércoles, 29 de septiembre de 2021

“Coplas XXV-XL"

 Jorge Manrique (c. 1476): Coplas por la muerte de su padre

“Coplas XXV-XL"

 

XXV

    Aquél de buenos abrigo,

amado, por virtuoso,

de la gente,

el maestre don Rodrigo

Manrique, tanto famoso

y tan valiente;

sus hechos grandes y claros

no cumple que los alabe,

pues los vieron,   

ni los quiero hacer caros

pues que el mundo todo sabe

cuáles fueron.


XXVI

    Amigo de sus amigos,

¡qué señor para criados

y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos!

¡Qué maestro de esforzados

y valientes!

¡Qué seso para discretos!

¡Qué gracia para donosos!

¡Qué razón!

¡Qué benigno a los sujetos!

¡A los bravos y dañosos,

qué león!


XXVII

    En ventura Octaviano;

Julio César en vencer

y batallar;

en la virtud, Africano;

Aníbal en el saber

y trabajar;

en la bondad, un Trajano;

Tito en liberalidad

con alegría;

en su brazo, Aureliano;

Marco Atilio en la verdad

que prometía.


XXVIII

    Antonio Pío en clemencia;

Marco Aurelio en igualdad

del semblante;

Adriano en elocuencia;

Teodosio en humanidad

y buen talante.

Aurelio Alejandro fue

en disciplina y rigor

de la guerra;

un Constantino en la fe,

Camilo en el gran amor

de su tierra.


XXIX

    No dejó grandes tesoros,

ni alcanzó muchas riquezas

ni vajillas;

mas hizo guerra a los moros,

ganando sus fortalezas

y sus villas;

y en las lides que venció,

cuántos moros y caballos

se perdieron;

y en este oficio ganó

las rentas y los vasallos

que le dieron.


XXX

    Pues por su honra y estado,

en otros tiempos pasados, 

¿cómo se hubo?

Quedando desamparado,

con hermanos y criados

se sostuvo.

Después que hechos famosos

hizo en esta misma guerra

que hacía,

hizo tratos tan honrosos

que le dieron aún más tierra

que tenía.


XXXI

    Estas sus viejas historias

que con su brazo pintó

en juventud, 

con otras nuevas victorias

ahora las renovó

en senectud.

Por su grande habilidad,

por méritos y ancianía

bien gastada,

alcanzó la dignidad

de la gran Caballería

de la Espada.


XXXII

    Y sus villas y sus tierras

ocupadas de tiranos

las halló;

mas por cercos y por guerras

y por fuerza de sus manos

las cobró.

Pues nuestro rey natural,

si de las obras que obró

fue servido,

dígalo el de Portugal

y en Castilla quien siguió

su partido.


XXXIII

    Después de puesta la vida

tantas veces por su ley

al tablero;

después de tan bien servida

la corona de su rey

verdadero:

después de tanta hazaña

a que no puede bastar

cuenta cierta,

en la su villa de Ocaña

vino la muerte a llamar

a su puerta,


XXXIV

    diciendo: "Buen caballero,

dejad el mundo engañoso

y su halago;

vuestro corazón de acero,

muestre su esfuerzo famoso

en este trago;

y pues de vida y salud

hicisteis tan poca cuenta

por la fama,

esfuércese la virtud

para sufrir esta afrenta

que os llama.


                        XXXV

    "No se os haga tan amarga

la batalla temerosa

que esperáis,

pues otra vida más larga

de la fama gloriosa

acá dejáis.

Aunque esta vida de honor

tampoco no es eternal

ni verdadera,

mas, con todo, es muy mejor

que la otra temporal

perecedera.


                        XXXVI

    "El vivir que es perdurable

no se gana con estados

mundanales,

ni con vida deleitable

donde moran los pecados

infernales;

mas los buenos religiosos

gánanlo con oraciones

y con lloros;

los caballeros famosos, 

con trabajos y aflicciones

contra moros.


                        XXXVII

    "Y pues vos, claro varón,

tanta sangre derramasteis

de paganos,

esperad el galardón

que en este mundo ganasteis

por las manos;

y con esta confianza

y con la fe tan entera

que tenéis,

partid con buena esperanza,

que esta otra vida tercera

ganaréis".


                        XXXVIII

    "No tengamos tiempo ya

en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está

conforme con la divina

para todo;

y consiento en mi morir

con voluntad placentera,

clara y pura,

que querer hombre vivir

cuando Dios quiere que muera

es locura.


                        XXXIX

    "Tú, que por nuestra maldad,

tomaste forma servil

y bajo nombre;

tú, que a tu divinidad

juntaste cosa tan vil

como es el hombre;

tú, que tan grandes tormentos

sufriste sin resistencia

en tu persona,

no por mis merecimientos,

mas por tu sola clemencia

me perdona".

 

                        XL

    Así, con tal entender,

todos sentidos humanos 

conservados,

cercado de su mujer

y de sus hijos y hermanos

y criados,

dio el alma a quien se la dio

(en cual la ponga en el cielo

en su gloria),

que aunque la vida perdió

dejonos harto consuelo

su memoria.

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