Charles Baudelaire (1857): Las flores del mal
1 La Creación es un templo de pilares vivientes
que a veces salir dejan sus palabras confusas;
el hombre la atraviesa entre bosques de símbolos
que le contemplan con miradas familiares.
5 Como los largos ecos que de lejos se mezclan
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la luz, como la noche vasta,
se responden sonidos, colores y perfumes.
Hay perfumes tan frescos como carnes de
10 dulces tal los oboes, verdes tal las praderas
-y hay otros, corrompidos, ricos, triunfantes,
que tienen la expansión de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
14 que cantan los transportes de sentidos y espíritu.
(traducción de Luis Martínez de Merlo)
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