Calímaco
“Himno al baño de Palas”
Versión en español
(traducción de Luis Alberto de Cuenca)
¡Vosotras, las que preparáis el baño de Palas,
salid todas, salid!
Ya escucho el relincho de las yeguas sagradas.
La diosa se dispone a aparecer.
Daos prisa, pues, daos prisa, oh rubias Pelasgíades.
Nunca Atenea se lavó los poderosos brazos
antes de haber quitado el polvo
de los flancos de sus caballos,
ni siquiera cuando volvió de combatir a los perversos Gigantes,
con toda la armadura manchada de sangre y de barro;
así, en primer lugar,
desunciendo del carro los cuellos de sus caballos,
les limpió en las fuentes de Océano las gotas de sudor,
y les quitó de las bocas que muerden el freno
toda la espuma coagulada.
Id, pues, oh Aqueas,
y no llevéis perfumes ni alabastros
-oigo ya el ruido de los cubos de las
ruedas contra los ejes-,
ni perfumes ni alabastros para el baño de Palas
-Atenea no gusta de los ungüentos mezclados-,
y no llevéis tampoco espejo:
su rostro es siempre bello.
Ni siquiera cuando, en el Ida2,
juzgaba el Frigio3 la querella divina,
se miró la gran diosa en el espejo de latón
ni en la diáfana corriente del Simunte4;
tampoco lo hizo Hera.
Pero Cipris, usando con frecuencia
el reluciente espejo de bronce,
dos veces se rehízo el mismo bucle de sus cabellos.
Y Palas, después de correr dos veces sesenta diaulos5
-tales, junto al Eurotas, las estrellas Lacedemonias6-,
se frotó expertamente,
aplicando a su piel ungüentos sin mezclar,
productos de su propio árbol7,
y un rubor, oh muchachas,
le subió a las mejillas,
del color de la rosa matutina
o de los granos de la granada.
Por ello, no traigáis ahora más que aceite viril,
con el que Cástor, y también Heracles,
se untan.Y llevadle un peine de oro puro,
para que pueda componerse el pelo,
después de ungir sus rizos perfumados.
Sal, Atenea.
Ante ti está una tropa grata a tu corazón,
las doncellas hijas de los poderosos Arestóridas8.
Mira, Atenea, cómo el escudo de Diomedes9
es paseado en procesión:
este rito lo enseñó a los antiguos Argivos Eumedes10,
tu sacerdote favorito,
el mismo que, al saber que el pueblo había
decretado su muerte, se dio a la fuga,
llevándose consigo tu sacra imagen,
y se instaló en el monte Creo11,
sí, en el monte Creo,
y a ti, diosa, te consagró en unas rocas
escarpadas que se llaman Palátides ahora.
Sal, Atenea, destructora de ciudades,
la del casco de oro, tú que te regocijas
con el fragor de escudos y caballos.
No llenéis hoy vuestros cántaros en el río;
no beberéis hoy, Argos, su agua, sino la de las fuentes;
hoy, siervas, llevaréis vuestros cántaros
a Fisadea o a Amimone, la hija de Dánao12,
pues hoy precisamente,
salpicadas sus ondas de oro y flores,
vendrá el Ínaco13 desde los montes de ricos pastos,
trayendo bellas aguas para el baño de Atenea.
Ten cuidado, Pelasgo, no vayas a ver involuntariamente
a la reina: el que vea desnuda a Palas,
protectora de ciudades, contemplará Argos
por última vez.
Sal, Atenea veneranda.
Entretanto, les diré algo a estas muchachas;
el relato no es mío, sino de otros.
Niñas, había una vez en Tebas una ninfa,
la madre de Tiresias,
a la que amó Atenea mucho más que a ninguna
de sus compañeras, y no se separaba de ella jamás.
Cuando guiaba sus caballos hacia la antigua Tespias
o hacia Haliarto, a través de los campos de los Beocios,
o hacia Coronea14, donde tiene un recinto perfumado
y unos altares junto al río Curalio,
muchas veces la diosa la hizo montar sobre su carro;
ni las conversaciones de las ninfas
ni sus coros de danza le resultaban agradables,
si no los dirigía Cariclo.
Pero aún le aguardaban a ésta muchas lágrimas,
por más que fuese compañía gratísima para Atenea.
Un día, se desataron ambas los
broches de sus peplos junto a la fuente
Helicónide del caballo15, la de las bellas
aguas, y se bañaban. La quietud propia del
mediodía se extendía por la montaña.
Ambas se bañaban, y era la hora del mediodía,
y una quietud perfecta reinaba en aquella montaña16.
Sólo Tiresias, cuya barbilla empezaba a oscurecer,
se paseaba entonces con sus perros por aquel sagrado lugar.
Sediento hasta lo indecible, llegó a las ondas de la fuente,
¡desdichado! Y, sin querer, vio lo que no era lícito ver.
Aunque llena de cólera, alcanzó a decirle Atenea:
"¿Qué genio malo te condujo por tan
funesta ruta, oh Everida17? Vas a salir de aquí
con las órbitas vacías." Habló, y la noche se
apoderó de los ojos del niño. Se quedó quieto, mudo;
el dolor trabó sus rodillas y la impotencia apagó su voz.
Y la ninfa18gritó:
"¿Qué le has hecho a mi hijo, señora?
¿Es así como demostráis vuestra amistad las diosas?
Me has quitado los ojos de mi hijo.
¡Niño mío, desventurado! Has visto el pecho
y los costados de Atenea, pero ya nunca más
verás el sol. ¡Desgraciada de mí! ¡Oh monte,
oh Helicón que nunca más volveré a pisar!
Mucho has ganado a cambio de poco:
por haber perdido algunos cervatos y corzos,
obtienes los ojos de un niño."
Y la madre, rodeando a su hijo con ambos brazos,
entonaba el lamento lastimero de los ruiseñores
entre lágrimas tristes, pero la diosa
se apiadó de su compañera.
Y Atenea le dijo estas palabras:
"Mujer divina, retira todo lo que dijiste,
inspirada por la cólera.
Yo no he dejado ciego a tu hijo.
No resulta agradable para Atenea
arrebatar los ojos a los niños.
Pero así rezan las leyes de Crono:
aquel que vea a alguno de los inmortales
cuando ese dios no lo desea, pagará un alto
precio por lo que ha visto. Mujer divina,
el hecho ya no puede ser revocado,
pues los hilos de las Moiras así habían tramado
su destino desde el instante en que lo diste
a luz. Ahora, oh Everida, recibe el pago
merecido. ¡Cuántas víctimas quemará,
andando el tiempo, la Cadmeide19en el ara sacrificial,
cuántas Aristeo20, suplicando ver ciego a su hijo único,
el adolescente Acteón!
Y, sin embargo, éste será compañero
de correrías de Artemis la grande;
y ni esas correrías compartidas,
ni las flechas que juntos arrojarán en las montañas,
podrán salvarlo cuando, involuntariamente,
vea el placentero baño de la diosa;
sus propios perros se lo cenarán,
a él, que fuera su amo;
y la madre recorrerá todos los bosques,
recogiendo los huesos del hijo,
y dirá que eres la más feliz y afortunada de las mujeres
al recibir de las montañas un hijo ciego.
Compañera, no te lamentes;
otros muchos dones le tengo reservados por amor a ti,
pues lo convertiré en un adivino celebrado
por las generaciones venideras,
muy superior a todos los demás.
Conocerá las aves, cuál es de buen augurio,
cuáles vuelan en vano
y de cuáles son los presagios desfavorables.
Muchos oráculos revelará a los Beocios,
muchos a Cadmo21, y, más tarde,
a los poderosos Labdácidas22.
También le daré un gran bastón
que conduzca sus pies adonde necesite ir,
y le daré una vida muy dilatada,
y será el único que, cuando muera,
paseará su ciencia entre los muertos,
honrado por el gran Hagesilao23."
Esto dicho, asintió con la cabeza;
lo que Palas aprueba, todo se cumple,
pues a Atenea sola, de entre sus hijas,
concedió Zeus los atributos y poderes que él poseía,
y ninguna madre, oh vosotras que preparáis su baño,
parió a la diosa, sino la cabeza de Zeus,
y la cabeza de Zeus no aprueba en vano... la hija24.
Es Atenea, llega puntualmente.
Recibid a la diosa, oh muchachas
a las que incumbe esta tarea,
con alabanzas, con plegarias, con clamores.
Salud, diosa, y vela por Argos Inaquia25.
Salud a ti cuando dirijas tu carro fuera de la ciudad,
y ojalá vuelvas otra vez a entrar con tus caballos en ella.
Y protege al país entero de los Dánaos26.
Versión en griego clásico
“εἰς Λουτρά τῆς Παλλάδος”
Όσσαι λωτροχόοι τᾶς Παλλάδος ἔξιτε πᾶσαι,
ἔξιτε: τᾶν ἵππων ἄρτι φρυασσομενᾶν
τᾶν ἱερᾶν ἐσάκουσα, καὶ ἁ θεὸς εὔτυκος ἕρπειν:
σοῦσθέ νυν, ὦ ξανθαί σοῦσθε Πελασγιάδες.
οὔποκ᾽ Ἀθαναία μεγάλως ἀπενίψατο πάχεις
πρὶν κόνιν ἱππειᾶν ἐξελάσαι λαγόνων,
οὐδ᾽ ὅκα δὴ λύθρωι πεπαλαγμένα πάντα φέροισα
τεύχεα τῶν ἀδίκων ἦνθ᾽ ἀπὸ γηγενέων,
ἀλλὰ πολὺ πράτιστον ὑφ᾽ ἅρματος αὐχένας ἵππων
λυσαμένα παγαῖς ἔκλυσεν Ὠκεανῶ
ἱδρῶ καὶ ῥαθάμιγγας, ἐφοίβασεν δὲ παγέντα
πάντα χαλινοφάγων ἀφρὸν ἀπὸ στομάτων.
ὦ ἴτ᾽ Ἀχαιιάδες, καὶ μὴ μύρα μηδ᾽ ἀλαβάστρως(συρίγγων ἀίω φθόγγον ὑπαξονίων),
μὴ μύρα λωτροχόοι τᾶι Παλλάδι μηδ᾽ ἀλαβάστρως(οὐ γὰρ Ἀθαναία χρίματα μεικτὰ φιλεῖ)
οἴσετε μηδὲ κάτοπτρον: ἀεὶ καλὸν ὄμμα τὸ τήνας
οὐδ᾽ ὅκα τὰν Ἴδαι Φρὺξ ἐδίκαζεν ἔριν,
οὔτ᾽ ἐς ὀρείχαλκον μεγάλα θεὸς οὔτε Σιμοῦντος
ἔβλεψεν δίναν ἐς διαφαινομέναν:
οὐδ᾽ Ήρα: Κύπρις δὲ διαυγέα χαλκὸν ἑλοῖσα
πολλάκι τὰν αὐτὰν δὶς μετέθηκε κόμαν:
ἃ δέ, δὶς ἑξήκοντα διαθρέξασα διαύλως,
οἷα παρ᾽ Εὐρώται τοὶ Λακεδαιμόνιοι
ἀστέρες, ἐμπεράμως ἐνετρίψατο λιτὰ βαλοῖσα
χρίματα, τᾶς ἰδίας ἔκγονα φυταλιᾶς:
ὦ κῶραι, τὸ δ᾽ ἔρευθος ἀνέδραμε, πρώιον οἵαν
ἢ ῥόδον ἢ σίβδας κόκκος ἔχει χροΐαν.
τῶι καὶ νῦν ἄρσεν τι κομίξατε μῶνον ἔλαιον,
ὧι Κάστωρ, ὧι καὶ χρίεται Ἡρακλέης:
οἴσετε καὶ κτένα οἱ παγχρύσεον, ὡς ἀπὸ χαίταν
πέξηται, λιπαρὸν σμασαμένα πλόκαμον.
ἔξιθ᾽ Ἀθαναία: πάρα τοι καταθύμιος ἴλα,
παρθενικαὶ μεγάλων παῖδες Ἀρεστοριδᾶν:
ὠθάνα, φέρεται δὲ καὶ ἁ ∆ιομήδεος ἀσπίς,
ὡς ἔθος Ἀργείων τοῦτο παλαιότερον:
...
Εὐμήδης ἐδίδαξε, τεὶν κεχαρισμένος ἱρεύς:
ὅς ποκα βωλευτὸν γνοὺς ἐπί οἱ θάνατον
δᾶμον ἑτοιμάζοντα φυγᾶι τεὸν ἱρὸν ἄγαλμα
ὤιχετ᾽ ἔχων, Κρεῖον δ᾽ εἰς ὄρος ὠικίσατο:
Κρεῖον ὄρος: σὲ δὲ δαῖμον ἀπορρώγεσσιν ἔθηκεν
ἐν πέτραις, αἷς νῦν οὔνομα Παλλατίδες.
ἔξιθ᾽ Ἀθαναία περσέπτολι χρυσεοπήληξ,
ἵππων καὶ σακέων ἁδομένα πατάγωι.
σάμερον ὑδροφόροι μὴ βάπτετε — σάμερον Ἄργος
πίνετ᾽ ἀπὸ κρανᾶν μηδ᾽ ἀπὸ τῶ ποταμῶ,
σάμερον αἱ δῶλαι τὰς κάλπιδας ἢ 'ς Φυσάδειαν
ἢ ἐς Ἀμυμώναν οἴσετε τὰν ∆αναῶ.
καὶ γὰρ δὴ χρυσῶι τε καὶ ἄνθεσιν ὕδατα μείξας
ἡξεῖ φορβαίων Ἴναχος ἐξ ὀρέων
τἀθάναι τὸ λοετρὸν ἄγων καλόν. ἀλλὰ Πελασγέ
φράζεο μὴ οὐκ ἐθέλων τὰν βασίλειαν ἴδηις.
ὅς κεν ἴδηι γυμνὰν τὰν Παλλάδα τὰν πολιοῦχον,
τὦργος ἐσοψεῖται τοῦτο πανυστάτιον.
πότνι᾽ Ἀθαναία τὺ μὲν ἔξιθι: μέσφα δ᾽ ἐγώ τι
ταῖσδ᾽ ἐρέω. μῦθος δ᾽ οὐκ ἐμός, ἀλλ᾽ ἑτέρων.
παῖδες, Ἀθαναία νύμφαν μίαν ἔν ποκα Θήβαις
πουλύ τι καὶ πέρι δὴ φίλατο τᾶν ἑταρᾶν,
ματέρα Τειρεσίαο, καὶ οὔποκα χωρὶς ἔγεντο:
ἀλλὰ καὶ ἀρχαίων εὖτ᾽ ἐπὶ Θεσπιέων
¯˘˘¯˘˘¯˘ ἢ εἰς Ἁλίαρτον ἐλαύνοι
ἵππως, Βοιωτῶν ἔργα διερχομένα,
ἢ᾽ πὶ Κορωνείας, ἵνα οἱ τεθυωμένον ἄλσος
καὶ βωμοὶ ποταμῶι κεῖντ᾽ ἐπὶ Κουραλίωι:
πολλάκις ἁ δαίμων νιν ἑῶ ἐπεβάσατο δίφρω,
οὐδ᾽ ὄαροι νυμφᾶν οὐδὲ χοροστασίαι
ἁδεῖαι τελέθεσκον, ὅκ᾽ οὐχ ἁγεῖτο Χαρικλώ:
ἀλλ᾽ ἔτι καὶ τήναν δάκρυα πόλλ᾽ ἔμενεν,
καίπερ Ἀθαναίαι καταθύμιον ἔσσαν ἑταίραν.
δή ποκα γὰρ πέπλων λυσομένα περόνας
ἵππω ἐπὶ κράναι Ἑλικωνίδι καλὰ ῥεοίσαι
λῶντο: μεσαμβρινὰ δ᾽ εἶχ᾽ ὄρος ἁσυχία.
ἀμφότεραι λώοντο, μεσαμβριναὶ δ᾽ ἔσαν ὧραι,
πολλὰ δ᾽ ἁσυχία τῆνο κατεῖχεν ὄρος.
Τειρεσίας δ᾽ ἔτι μῶνος ἁμᾶ κυσὶν ἄρτι γένεια
περκάζων ἱερὸν χῶρον ἀνεστρέφετο:
διψάσας δ᾽ ἄφατόν τι ποτὶ ρῥόον ἤλυθε κράνας,
σχέτλιος: οὐκ ἐθέλων δ᾽ εἶδε τὰ μὴ θεμιτά:
τὸν δὲ χολωσαμένα περ ὅμως προσέφασεν Ἀθάνα
'τίς σε, τὸν ὀφθαλμὼς οὐκέτ᾽ ἀποισόμενον,
ὦ Εὐηρείδα, χαλεπὰν ὁδὸν ἄγαγε δαίμων;᾽
ἃ μὲν ἔφα, παιδὸς δ᾽ ὄμματα νὺξ ἔλαβεν.
ἑστάκη δ᾽ ἄφθογγος, ἐκόλλασαν γὰρ ἀνῖαι
γώνατα καὶ φωνὰν ἔσχεν ἀμηχανία.
ἁ νύμφα δ᾽ ἐβόασε 'τί μοι τὸν κῶρον ἔρεξας
πότνια; τοιαῦται δαίμονες ἐστἐ φίλαι;
ὄμματά μοι τῶ παιδὸς ἀφείλεο. τέκνον ἄλαστε
εἶδες Ἀθαναίας στήθεα καὶ λαγόνας,
ἀλλ᾽ οὐκ ἀέλιον πάλιν ὄψεαι. ὦ ἐμὲ δειλάν,
ὦ ὄρος, ὦ Ἑλικὼν οὐκέτι μοι παριτέ,
ἦ μεγάλ᾽ ἀντ᾽ ὀλίγων ἐπράξαο: δόρκας ὀλέσσας
καὶ πρόκας οὐ πολλὰς φάεα παιδὸς ἔχεις.'
† ἁ μὲν ἀμφοτέραισι φίλον περὶ παῖδα λαβοῖσα
† μάτηρ μὲν γοερᾶν οἶτον ἀηδονίδων
ἆγε βαρὺ κλαίοισα, θεὰ δ᾽ ἐλέησεν ἑταίραν
καί νιν Ἀθαναία πρὸς τόδ᾽ ἔλεξεν ἔπος
'δῖα γύναι μετὰ πάντα βαλεῦ πάλιν ὅσσα δι᾽ ὀργάν
εἶπας: ἐγὼ δ᾽ οὔ τοι τέκνον ἔθηκ᾽ ἀλαόν.
οὐ γὰρ Ἀθαναίαι γλυκερὸν πέλει ὄμματα παίδων
ἁρπάζειν: Κρόνιοι δ᾽ ὧδε λέγοντι νόμοι:
ὅς κε τιν᾽ ἀθανάτων, ὅκα μὴ θεὸς αὐτὸς ἕληται,
ἀθρήσηι, μισθῶ τοῦτον ἰδεῖν μεγάλω.
δῖα γύναι, τὸ μὲν οὐ παλινάγρετον αὖθι γένοιτο
ἔργον: ἐπεὶ μοιρᾶν ὧδ᾽ ἐπένησε λίνα,
ἁνίκα τὸ πρᾶτόν νιν ἐγείναο: νῦν δὲ κομίζευ,
ὦ Εὐηρείδα, τέλθος ὀφειλόμενον.
πόσσα μὲν ἁ Καδμηὶς ἐς ὕστερον ἔμπυρα καυσεῖ,
πόσσα δ᾽ Ἀρισταῖος, τὸν μόνον εὐχόμενοι
παῖδα, τὸν ἁβατὰν Ἀκταίονα, τυφλὸν ἰδέσθαι.
καὶ τῆνος μεγάλας σύνδρομος Ἀτέμιδος
ἐσσεῖτ᾽: ἀλλ᾽ οὐκ αὐτὸν ὅ τε δρόμος αἵ τ᾽ ἐν ὄρεσσι
ῥυσεῦνται ξυναὶ τᾶμος ἑκαβολίαι,
ὁπ πόκα κοὐκ ἐθέλων περ ἴδηι χαρίεντα λοετρά
δαίμονος: ἀλλ᾽ αὐταὶ τὸν πρὶν ἄνακτα κύνες
τουτάκι δειπνησεῦντι: τὰ δ᾽ υἱέος ὀστέα μάτηρ
λεξεῖται δρυμὼς πάντας ἐπερχομένα:
ὀλβίσταν ἐρέει σε καὶ εὐαίωνα γενέσθαι,
ἐξ ὀρέων ἀλαὸν παῖδ᾽ ἀποδεξαμέναν.
ὦ ἑτάρα, τῶι μή τι μινύρεο: τῶιδε γὰρ ἄλλα
τεῦ χάριν ἐξ ἐμέθεν πολλὰ μενεῦντι γέρα.
μάντιν ἐπεὶ θησῶ νιν ἀοίδιμον ἐσσομένοισιν,
ἦ μέγα τῶν ἄλλων δή τι περισσότερον,
γνωσεῖται δ᾽ ὄρνιχας, ὃς αἴσιος οἵ τε πέτονται
ἤλιθα καὶ ποίων οὐκ ἀγαθαὶ πτέρυγες.
πολλὰ δὲ Βοιωτοῖσι θεοπρόπα, πολλὰ δὲ Κάδμωι
χρησεῖ, καὶ μεγάλοις ὕστερα Λαβδακίδαις.
δωσῶ καὶ μέγα βάκτρον, ὅ οἱ πόδας ἐς δέον ἀξεῖ,
δωσῶ καὶ βιότω τέρμα πολυχρόνιον.
καὶ μόνος, εὖτε θάνηι, πεπνυμένος ἐν νεκύεσσι
φοιτασεῖ, μεγάλωι τίμιος Ἁγεσίλαι.
ὣς φαμένα κατένευσε: τὸ δ᾽ ἐντελές ὧι κ᾽ ἔπι νεύσηι
Παλλάς, ἐπεὶ μώναι Ζεὺς τό γε θυγατέρων
δῶκεν Ἀθαναίαι, πατρώια πάντα φέρεσθαι,
λωτροχόοι, μάτηρ δ᾽ οὔτις ἔτικτε θεάν,
ἀλλὰ ∆ιὸς κορυφά. κορυφὰ ∆ιὸς οὐκ ἐπινεύει
ψεύδεα αι θυγάτηρ.
ἔρχετ᾽ Ἀθαναία νῦν ἀτρεκές: ἀλλὰ δέχεσθε
τὰν θεόν, ὦ κῶραι, τὦργον ὅσαις μέλεται,
σύν τ᾽ εὐαγορίαι σύν τ᾽ εὔγμασι σύν τ᾽ ὀλολυγαῖς.
χαῖρε θεά, κάδευ δ᾽ Ἄργεος Ἰναχίω.
χαῖρε καὶ ἐξελάοισα, καὶ ἐς πάλιν αὖτις ἐλάσσαις
ἵππως, καὶ ∆αναῶν κλᾶρον ἅπαντα σάω.
NOTAS
1 Argivas. Pelasgo es el fundador mítico de Argos. Por extensión, "Pelasgo" equivale a "Argivo" e, incluso, a "Griego" en general.
2 Monte cercano a Troya.
3 Paris.
4 Río de la Tróade.
5 Carrera de ida y vuelta en el estadio, equivalente a unos 380 m.
6 Los Dioscuros, Cástor y Pólux, protectores de los atletas. Su padre terrestre fue Tindáreo, rey de Lacedemonia. El río Eurotas riega la llanura de Esparta.
7 El olivo.
8 Descendientes de Arestor, padre de Argos. Los Arestóridas vienen a ser, pues, los Argivos.
9 Aunque originario de Etolia, la patria adoptiva de Diomedes fue Argos.
10 Sacerdote de Atenea. Sólo es citado en este lugar.
11 En la Argólide.
12 Fuentes de Argos. Amimone es hija de Dánao, rey mítico de Argos y fundador de su ciudadela. Según el escoliasta, Fisadea sería otra Danaide.
13 Río de Argos.
14 Ciudades de Beocia.
15 Hipocrene o Fuente del Caballo, llamada así porque brotó en el lugar del monte Helicón, en Beocia, donde Pegaso, por orden de Posidón, golpeó con uno de sus cascos para que la montaña, ensoberbecida por el triunfo de las Musas sobre las Piérides, dejara de hincharse y recobrase sus dimensiones ordinarias.
16 Desde CALÍMACO a PAUL VALÉRY, "Midi le juste", así, con mayúscula, no ha perdido ni un ápice de sus prestigios literarios.
17 Tiresias era hijo de Everes y de la mencionada ninfa Cariclo.
18 Cariclo.
19 Autónoe, hija de Cadmo y madre de Acteón.
20 Padre de Acteón.
21 Fundador mítico de Tebas, en Beocia. Hermano de Europa, esposo de Harmonía y padre de Autónoe, la madre de Acteón.
22 Lábdaco, nieto de Cadmo, fue, a su vez, abuelo de Edipo; a este último y a sus descendientes se refiere el poeta con el término "Labdácidas".
23 "Conductor de Pueblos", otro nombre de Hades o Plutón.
24 Parece referirse a Atenea. El v. 136 no está completo.
25 De Inaco, dios-río de la Argólide.
26 La Argólide.